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Los Mozart, Tal Como Eran. (Volumen 2)
Diego Minoia


En un siglo dominado por gobernantes absolutistas y aristГіcratas prepotentes, la familia Mozart viaja por toda Europa en busca de consagraciГіn artГ­stica y empleo prestigioso. ВїSerГЎ suficiente la ambiciГіn de su padre Leopold y el genio de su hijo Wolfgang para lograr su objetivo?



La historia de su vida, para conocerlos y comprenderlos, siguiГ©ndolos paso a paso a travГ©s de las etapas de sus viajes de aventura. La vida y las peripecias de la familia Mozart en la Europa del siglo XVII: mГЎs allГЎ del mito, para apreciar su humanidad.



En este nuevo ensayo, dividido en dos amenos volГєmenes, de Diego Minoia descubriremos la vida, la muerte y ... los milagros de la familia Mozart. Todo lo que necesitamos saber para conocer a estos extraordinarios personajes y su Г©poca. Una interesante y curiosa historia que abarca unos treinta aГ±os de su vida: viajes y encuentros, triunfos y decepciones, pequeГ±os engaГ±os y genios, rebeliones y derrotas. La vida de los Mozart, narrada por ellos mismos, gracias a la informaciГіn contenida en su rico epistolario, enriquecida con percepciones que permiten comprender en 360 grados el mundo en el que se movГ­an, incluyendo viajes y recomendaciones, intriga y amistades, sumisiГіn a los poderosos y deseo de autonomГ­a. El retrato de una familia y un continente europeo que nos ayuda a entender un siglo, el XVIII, desde la Гіptica de quienes lo volvieron uno de los perГ­odos mГЎs fructГ­feros para la mГєsica.



Los Mozart, tal como eran. La historia de su vida hasta 1775, siguiГ©ndolos paso a paso, para conocerlos y comprenderlos. ВїQuieres ser su compaГ±ero de viaje? Empezaremos en Salzburgo, donde se formГі la familia y donde nacieron Wolfgang Amadeus y su hermana Maria Anna (conocida como Nannerl), y continuaremos acompaГ±ГЎndolos en sus primeros viajes a Munich y Viena. Luego los seguiremos en la larguГ­sima Gran Gira Europea que presentarГЎ a los dos pequeГ±os Mozart como niГ±os prodigio, atravesando las principales Cortes de Alemania, Holanda, Francia e Inglaterra. 5200 kilГіmetros recorridos, 80 ciudades tocadas en 1269 dГ­as: ВЎninguna estrella del pop/rock ha hecho jamГЎs una gira como esa!







Los Mozart, Tal Como eran


Diego Minoia

Los Mozart, Tal Como Eran

Una familia a la conquista de Europa



Los viajes, la mГєsica, los encuentros, las curiosidades



El contexto socio-histГіrico, la familia,

la infancia y la adolescencia de Wolfgang Amadeus



Volumen 2

(1763 - 1775)



www.diegominoia.it


TraducciГіn: Jorge Ledezma MillГЎn



Todos los derechos reservados

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida sin el consentimiento escrito del autor



Copyright В© Diego Minoia 2020

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info@diegominoia.it (mailto:info@diegominoia.it)



DiseГ±o de la portada: Marta Colosio


Diego Minoia

Los Mozart, tal como eran

Una familia a la conquista de Europa

Los viajes, la mГєsica, los encuentros, las curiosidades



Contenido



Volumen 1



1^ parte: Salzburgo y la familia Mozart

Salzburgo - Los PrГ­ncipes-Obispos - Curiosidades de Salzburgo - La mГєsica en la Corte de los PrГ­ncipes-Obispos - Los mГєsicos de la Corte de Salzburgo - La familia Mozart (madre, hermana, padre, Wolfgang) - El lugar de Wolfgang en la historia de la mГєsica - La vida de Mozart en Salzburgo - Las ganancias de Mozart - El catГЎlogo de las composiciones de Mozart



2^ parte: Pensamiento, cultura y sociedad en el siglo XVIII

La situaciГіn geopolГ­tica hacia la mitad del siglo XVIII - La IlustraciГіn - La sociedad en la Г©poca de Mozart - El teatro, el poder y la sociedad - El teatro y los empresarios - Las dedicatorias y ganancias de los compositores y libretistas - Los "castrati" - MГєsicos protegidos, prestados, robados - La mГєsica en el siglo XVIII - El papel del mГєsico en la segunda mitad del siglo XVIII - El melodrama - La Iglesia y la mГєsica - EvoluciГіn y perfeccionamiento de los instrumentos musicales en el siglo XVIII



3^ parte: La vida cotidiana en la Г©poca de Mozart

Las casas en la Europa del siglo XVIII - El cesto o guardinfante - Conservatorios y hospitales de los pobres - La indumentaria - El hielo - La comida y la evolución del gusto - Los artistas y el papel social - Otros vicios y curiosidades: las mascotas, el "Grand habit à la Française" - París, el "faro" de la moda - Los chismes y los salones aristocráticos - El "mal oscuro" - Los salones de París - El sexo -



4^ parte: Los Mozart antes de los viajes europeos

De 1755 a 1762: Leopold Mozart, la Escuela de ViolГ­n y la formaciГіn de los niГ±os prodigios - La Epistolaria de Mozart - Las Cartas de 1755/1756 - Leopold Mozart: Un poco de autor, un poco de comerciante - Las cartas al editor Lotter en Augsburgo - La producciГіn de papel hasta el siglo XVIII - La estratagema de Leopold - La Feria - La publicaciГіn en el siglo XVIII y el derecho de autor - La "copia" de Leopold - Los impuestos en el siglo XVIII - La formaciГіn musical de Nannerl y Wolfgang en Salzburgo - Las primeras composiciones de Wolfgang



5^ parte: Los primeros viajes

Viajes en el siglo XVIII: las calles, las guГ­as, las posadas, los peligros - Un poco de historia del correo hasta la Г©poca de Mozart - Los primeros viajes: MГєnich y Viena - Viena, la capital del Imperio - Curiosidades - Epistolario de Viena - La ropa en el siglo XVIII - Las academias y la mГєsica en la Corte - El comercio y la diversificaciГіn del consumo - Los muebles - ВїQuГ© hacГ­an Wolfgang y Nannerl durante las representaciones? - Los testimonios de Leopold y otros presentes - El fenГіmeno de los niГ±os prodigio en el siglo XVIII



6^ parte : Los Mozart y la Gran Gira Europea /1 - Alemania y los PaГ­ses Bajos, ParГ­s ВїQuГ© fue la Gran Gira? - La Gran Gira frente a los Mozart - Las etapas del viaje: Salzburgo, Munich, Augsburgo, Ulm, Ludwigsburg, Bruchsal, Schwetzingen, Heidelberg, Mannheim, Worms, Maguncia, Frankfurt, Maguncia, Coblenza, Bonn, Colonia, AquisgrГЎn, Lieja, Tirlemont, Lovaina, Bruselas, Mons, Bonavis, Gournay, ParГ­s



Volumen 2



7^ parte: Los Mozart y la Gran Gira europea/2

ParГ­s: encuentros, esperanzas, regalos, Г©xitos, curiosidades. Las composiciones "pari-sinas" de Wolfgang.



8^ parte: Los Mozart y la Gran Gira europea /3 - Londres

Londres: un mundo "nuevo", encuentros musicales formativos, estrategias de marketing y crisis de gobierno. Las composiciones "londinenses" de Wolfgang.



9^ parte: Los Mozart y la Gran Gira europea /4 - El largo regreso

Calais, Dunkerque, Lille, Gand, Anversa, Rotterdam, L'Aja, Amsterdam, L'Aja, Haarlem, Amsterdam, Utrecht, Anversa, Bruxelles, Valenciennes, Cambrai, Parigi, Digione, Lione, Ginevra, Losanna, Berna, Zurigo, Winterthur, Sciaffusa, Donaueschingen, Dillingen, Augusta, Monaco, Salisburgo



10^ parte: Salzburgo / Viena / Salzburgo

La vuelta a la vida cotidiana en Salzburgo, el perГ­odo de sedimentaciГіn y crecimiento del aprendizaje musical de Wolfgang, su segundo viaje a Viena, el perГ­odo adicional de los estudios de Salzburgo preparatorio para sus viajes a Italia.



Intermedio

La Gran Gira en Italia en el siglo XVIII, las opiniones y los diarios de otros viajeros de la Gran Gira, Europa e Italia en la segunda mitad del siglo XVIII



11^ parte: Primer viaje a Italia

Salzburgo, Innsbruck, Bolzano, Bolzano, Rovereto, Verona, Mantua, MilГЎn, Lodi, Parma, Bolonia, Florencia, Roma, Sessa Aurunca, Capua, NГЎpoles, Roma, Civita Castellana, Terni, Spoleto, Foligno, Loreto, Senigallia, Pesaro, Rimini, Imola, Bolonia, Parma, Piacenza, MilГЎn, TurГ­n, MilГЎn, Brescia, Verona, Vicenza, Padua, Venecia, Vicenza, Verona, Rovereto, Bressanone, Innsbruck, Salzburgo



12^ parte: Segundo viaje a Italia

En MilГЎn para la composiciГіn de la Serenata teatral "Ascanio in Alba", de nuevo en Salzburgo



13^ parte: Tercer viaje a Italia

En MilГЎn para la composiciГіn de la obra "Lucio Silla", en Salzburgo al servicio de la Corte



14^ parte: Viena y Munich

Intentos fallidos en Viena - "La falsa jardinera" en Munich - El triste regreso a Salzburgo - El despido de los Mozart - La separaciГіn de Leopold y Wolfgang - La partida de Wolfgang con su madre para buscar su fortuna en otro lugar



Advertencia al lector: hay partes con un fondo gris en el libro. Esta informaciГіn y conocimientos completan la discusiГіn y amplГ­an la comprensiГіn de los temas inmediatamente anteriores al libro. Aunque es legГ­timo saltГЎrselos para no interrumpir la lectura de los acontecimientos estrechamente relacionados con la familia de Mozart (tal vez volviendo a ella en otro momento), espero que sean apreciados como una contribuciГіn a la inserciГіn de cada situaciГіn narrada en su contexto histГіrico y social.


PresentaciГіn

ВїPor quГ© este libro? ВЎPorque no existГ­a! Llevo aГ±os buscando un libro sobre la familia Mozart con estas caracterГ­sticas. Como no lo he encontrado, como siempre he hecho con mis libros, lo escribГ­ yo mismo. Se pueden encontrar docenas de publicaciones sobre Mozart, algunas con sГіlo la biografГ­a de Amadeus, otras con un anГЎlisis musical detallado y tГ©cnico de sus composiciones, otras con una mezcla de biografГ­a y anГЎlisis musical.

Este libro es diferente a todos los demГЎs, el lector lo notarГЎ desde las primeras pГЎginas. Para empezar, se trata de toda la familia Mozart, no sГіlo de Wolfgang. Luego, no hay un anГЎlisis musical de las composiciones y la biografГ­a se reconstruye en gran parte extrayendo la informaciГіn de la fuente mГЎs directa y autorizada: el epistolario de Mozart. Por Гєltimo, estГЎ lleno de temas que no estГЎn presentes en otras publicaciones sobre Mozart: informaciГіn sobre su Г©poca, su forma de pensar y vivir, curiosidad por los acontecimientos y situaciones que los vieron como protagonistas, etc.

Con este trabajo me gustarГ­a proporcionar un nuevo instrumento, menos especializado y ciertamente no musicolГіgico, pero mГЎs rico en informaciГіn y pistas que permitan al lector sumergirse en la forma de vida y pensamiento de la segunda mitad del siglo XVIII.

Espero haber logrado humanizar a los Mozart, sin menospreciar el tema, pero exponiendo de forma sencilla y clara los argumentos extraГ­dos de mis mГЎs de diez aГ±os de interГ©s por Amadeus, Leopold, Nannerl y los miles de personajes con los que entraron en contacto.

Desde el principio me propuse escribir un libro que resultara interesante, facГ­lmente legible y entretenido, tanto para los mГєsicos (que no siempre encuentran en las publicaciones especializadas informaciГіn detallada para comprender mejor el contexto en el que vivieron los Mozart) como para los amantes de la mГєsica (que pueden acercarse al "Genio" de Salzburgo sin tener que observarlo desde el fondo hasta la cima del pedestal en el que con demasiada frecuencia queda relegado).

Todos los temas son tratados sin inГєtiles recovecos de "crГ­tica", pero con la cercanГ­a y el afecto que los Mozart merecen por lo que han dado a la Humanidad, obteniendo a cambio mucho menos de lo que nos dieron.

Por lo tanto, contarГ© cГіmo eran realmente los Mozart, cГіmo vivГ­an y pensaban en el siglo XVIII, aГ±adiendo, cada vez que me pareciГі Гєtil para el lector, curiosidades y breves percepciones de situaciones o temas estrechamente relacionados con lo que veГ­an, hacГ­an, pensaban los Mozart cuando estaban en Salzburgo, cuando viajaban en la "gira europea", durante los tres viajes que realizaron a su querida Italia, etc.

En esta obra trataremos el perГ­odo de 1747 a 1775, casi treinta aГ±os que incluye la formaciГіn de la familia Mozart, el nacimiento de sus hijos, las primeras salidas de Salzburgo para darlos a conocer como niГ±os prodigio, la Gran Gira Europea, los tres viajes a Italia hasta los Гєltimos intentos en Viena y Munich realizados por Wolfgang junto con su padre.

DespuГ©s de este perГ­odo Wolfgang viajГі solo (con la excepciГіn de la corta parte inicial del viaje entre Munich y ParГ­s, donde estuvo acompaГ±ado por su madre, que muriГі en esa ciudad), se trasladГі permanentemente a Viena, se casГі y concluyГі su parГЎbola artГ­stica y humana en 1791. El perГ­odo posterior a 1777, por lo tanto, forma parte de una nueva fase de la vida de Amadeus que va mГЎs allГЎ del alcance de este texto.

Los lectores interesados en esta obra podrГЎn elegir, segГєn sus preferencias y hГЎbitos, entre comprar la versiГіn de libro electrГіnico o la ediciГіn tradicional en papel, ambas en dos volГєmenes.



ВЎDisfruten la lectura!


7^ parte

Los Mozart y la Gran Gira europea/2

22^ Etapa: ParГ­s

ParГ­s (del viernes 18 de noviembre de 1763 al martes 10 de abril de 1764)



Algunos datos sobre ParГ­s

OrГ­genes: Asentamiento celta durante siglos, a la llegada de los romanos en el 53 a.C. era una aldea de la tribu de los Parisi. Asediada y conquistada, pasГі a llamarse Lutetia parisiorum. Se convirtiГі en una ciudad romana, con termas y anfiteatro, y en el siglo IV aparece por primera vez el nombre de Parisia civita (ciudad de ParГ­s) en un texto del historiador Ammianus Marcellinus.

En la Г©poca de los Mozart: tras el traslado de la Corte francesa a Versalles, decidido por Luis XIV en 1682, ParГ­s mantuvo su papel de capital de Francia y principal centro cultural y econГіmico. La presencia de las residencias de todas las principales familias aristocrГЎticas del reino y de una burguesГ­a financiera y empresarial en ascenso la convirtieron en una ciudad rica en teatros y en el centro de las modas que luego se extendieron al resto de Europa.



Cuando llegaron a ParГ­s, los Mozart se alojaron en el HГґtel Beauvais, residencia del Conde Eyck, embajador de Baviera. Al describir su llegada a la capital francesa, Leopold Mozart escribe que las afueras de la ciudad se asemejan a una aldea pero que, al avanzar hacia el centro, el paisaje cambia, con edificios bien construidos y confortables donde, dice sobre el palacio que los alberga, el diseГ±o es tan racional que "hasta los rincones mГЎs pequeГ±os sirven para algo". Por supuesto, la primera queja se refiere a los altos costes: nada es barato, excepto el vino. La lista de gastos incluye la comida (que para diez dГ­as, excluyendo el pan y el vino, cuesta 2 luises de oro, correspondientes a 22 florines de Salzburgo) a la que hay que aГ±adir dos botellas de vino (20 soldi) y pan (4 soldi) cada dГ­a, con lo que el coste total, en moneda de Salzburgo, es de 48 kreutzer para la comida y 48 soldi para la cena, evidentemente mГЎs econГіmico.

Una lista completa de las monedas de uso comГєn en Francia y su valor de conversiГіn con las de Salzburgo (que Leopold, como los turistas siguen haciendo hoy en dГ­a, intenta simplificar redondeando las cifras) permitirГ­a a Hagenauer comprender la magnitud de los gastos que tuvo que soportar la familia Mozart. Esta informaciГіn tenГ­a tambiГ©n, como ya hemos dicho, el propГіsito de evitar que los salzburgueses pensaran que los Mozart se estaban enriqueciendo demasiado, desatando asГ­ la envidia en la pequeГ±a corte principesca que, desde la distancia, no habrГ­a sido posible debilitar.

Muchas noticias se reserva para comunicarlas verbalmente, a su regreso, pero algunas considera incluirlas en las cartas, como las relativas al agua de ParГ­s: "Lo mГЎs detestable aquГ­ es el agua potable que se obtiene del Sena, que es repugnante". De hecho, los Mozart se encontraban en una situaciГіn envidiable porque, al vivir en un palacio noble, disfrutaban de los privilegios que la riqueza aportaba al dueГ±o de la casa, como tener agua en casa, mientras que para los ciudadanos de a pie que no eran ricos conseguirla era un compromiso diario y un duro trabajo.

Leopold cuenta que los aguadores de ParГ­s, tras recibir un "privilegio" del Rey, debГ­an pagar un impuesto al Estado para realizar su trabajo, que consistГ­a en ir a sacar agua del rГ­o o de las fuentes y llevarla en cubos por las calles al grito de "ВЎagua!", vendiГ©ndola luego a quienes la necesitaban y podГ­an pagar. En cualquier caso, aunque tuvieran suerte, los Mozart, al igual que los aristГіcratas, estaban sometidos a la rutina de tratar el agua, que debГ­a hervirse y luego dejarse reposar para que los residuos se depositaran en el fondo del recipiente.

No respetar escrupulosamente este procedimiento provocaba consecuencias desagradables como, en el mejor de los casos, diarrea, si no algo peor. Leopold narra que casi todos los extranjeros que llegaban a ParГ­s sufren al principio este trastorno, y que toda la familia tambiГ©n tuvo que soportarlo, aunque de forma leve.



El agua en la Europa del siglo XVIII

Para entender cГіmo han cambiado los usos y abusos a lo largo de los siglos, el ejemplo del agua es paradigmГЎtico. En nuestras ciudades modernas damos por sentado este precioso bien: basta con abrir un grifo y ahГ­ estГЎ, frГ­o o caliente segГєn nuestras necesidades.

Se calcula que el consumo per cГЎpita de agua (usos domГ©sticos, industriales, pГєblicos y agrГ­colas) ha pasado de 200 litros diarios a mediados del siglo XX a mГЎs de 2000 litros en la actualidad (y mГЎs, para las zonas mГЎs derrochadoras del mundo). Para tener una percepciГіn inmediata de la diferencia, basta con pensar que en 1700 un ciudadano de ParГ­s podГ­a disponer de una media de 5 litros de agua al dГ­a, que aumentГі a 10 litros a finales de siglo.

Es evidente que, con esas cantidades disponibles, la limpieza personal no ocupaba el primer lugar en la lista de usos del agua: el baГ±o se realizaba en el rГ­o y en verano (para los varones, aunque existГ­a una idea preconcebida sobre la nocividad para el organismo de tal prГЎctica, que se temГ­a que hiciera perder fuerza al cuerpo) o en los escasos baГ±os pГєblicos.

En 1789 habГ­a en ParГ­s unos 300 baГ±os pГєblicos, a los que se aГ±aden un millar de baГ±os privados en las casas de la nobleza (pero sГіlo una dГ©cima parte de los palacios aristocrГЎticos, en 1750, estaban equipados con un baГ±o especial, aunque Luis XVI en Versalles mandГі construir seis).

En la Г©poca de los Mozart, por tanto, en las ciudades europeas el agua no era un bien cГіmodamente disponible para todos, como lo es hoy.

La escasez de agua se compensaba con la difusiГіn de las normas de "buenas costumbres", aumentando el nГєmero de prendas de vestir en los armarios: el cuerpo sucio se "cubrГ­a" con ropa limpia (y el blanco de la ropa empezГі a asociarse con la virtud personal).

No sГіlo eso, se pensaba que el lino, al absorber la suciedad y el sudor del cuerpo, lo dejaba limpio.

Por lo tanto, se considera adecuado, incluso siguiendo el consejo de los mГ©dicos, cambiarse de camisa cada 2/3 dГ­as, quizГЎs en verano o si se era rico con mГЎs frecuencia.

SГіlo se lavaban cuidadosamente con agua las partes visibles del cuerpo: cara, manos y cuello.

Unos pocos afortunados (nobles, altos funcionarios, instituciones religiosas, hospitales) habГ­an recibido "privilegios" especiales que les permitГ­an el acceso directo a los acueductos pГєblicos, que sГіlo servГ­an a unos pocos distritos de la ciudad.

Todos los demГЎs se abastecГ­an del pozo comГєn, de la fuente del barrio o de los vendedores ambulantes que se abastecГ­an directamente de los rГ­os o canales y que iban de casa en casa ofreciendo agua transportada en cubos.

Sin embargo, las aguas de los rГ­os y canales, especialmente los pertenecientes a las ciudades, estaban cada vez mГЎs contaminadas por actividades que vertГ­an sus efluentes directamente en los cursos de agua: curtidurГ­as, carnicerГ­as, lavanderГ­as, etc.

Ya en el siglo XVII los principales rГ­os europeos, como el TГЎmesis y el Sena, se definГ­an como letrinas (el escritor Beaumarchais, sarcГЎsticamente, decГ­a que "los parisinos beben por la noche lo que han vertido al rГ­o por la maГ±ana"), pero todavГ­a es de ellos de donde Londres y ParГ­s toman las cantidades imprescindibles de agua para saciar la sed de su poblaciГіn.

Sin embargo, las zonas mГЎs alejadas de la ciudad quedaban excluidas de los canales que llevaban el agua de los rГ­os de la ciudad a los barrios, que tenГ­an que satisfacer sus necesidades cavando pozos colectivos (en los patios de los bloques de pisos o en las plazas del barrio) o, para los ricos, los cuales eran privados.

Sin embargo, ni siquiera los pozos daban agua cristalina, contaminados como estaban en la capa freГЎtica por infiltraciones de todo tipo: desde los pozos negros hasta las aguas residuales de los cementerios, que dieron lugar a epidemias de cГіlera y tifus.

El agua, si no se utilizaba para fines externos, debГ­a hervirse en cualquier caso.

El oro blanco se convirtiГі en poco tiempo en un "lujo necesario" hasta el punto de empujar a los Estados a inversiones masivas en acueductos que, como en el caso de ParГ­s (casi como contrapunto) se financiaron con un impuesto sobre el vino consumido en la ciudad.

AГєn asГ­, durante mucho tiempo el agua corriente era un lujo para unos pocos y, para los que tenГ­an la suerte de vivir cerca de una fuente (otros tenГ­an que recorrer un largo camino con el peso del suministro de agua sobre sus hombros), las colas significaban largos tiempos de espera.

Las mujeres, al ser las principales encargadas de buscar el agua, podГ­an llevar a casa una media de 15 litros cada vez y quizГЎ, tras el esfuerzo de llevarla de la fuente a la casa, tenГ­an que subirla cuatro, cinco o seis pisos hasta el apartamento.

En 1782 se inauguraron las bombas hidrГЎulicas de los hermanos Perrier, que tomaban el agua del Sena y la distribuГ­an en los canales disponibles, permitiendo incluso un lavado parcial de las calles principales con la consiguiente mejora de la salubridad del aire.

A pesar de ello, la mayorГ­a de los ciudadanos tuvieron que seguir utilizando los pozos y las fuentes pГєblicas, a menos que pudieran permitirse comprar a los aproximadamente 20.000 porteadores/vendedores que recorrГ­an incesantemente las calles con sus cubos llenos de agua.



Otro dato interesante aportado por Leopold se refiere al correo en ParГ­s. Por un lado se quejaba del coste de enviar/recibir el correo a/desde fuera de la ciudad: las cartas se pesaban y se tasaban de forma sorprendentemente cara, por lo que pidiГі a Hagenauer que utilizara hojas de papel finas y al hijo de Hagenauer, Johann (que tenГ­a la tarea de escribirle noticias y hechos ocurridos en Salzburgo o que pudieran ser de interГ©s) que escribiera en letra pequeГ±a. Por otro lado, alababa la comodidad del llamado "pequeГ±o correo" que permitГ­a comunicarse dentro de ParГ­s de forma rГЎpida (la ciudad estaba dividida en zonas y el correo salГ­a cuatro veces al dГ­a para ser distribuido en los diferentes sectores). El tamaГ±o de la ciudad, de hecho, hacГ­a que "los viajes fueran a veces largos y caros, teniendo que pagar el transporte pГєblico (Leopold se preocupaba de presentarse de forma decente y evitaba ir andando a los aristГіcratas para no llegar sudado y manchado por la suciedad de las calles).

Una confirmaciГіn de su reticencia a viajar a pie se encuentra en una carta fechada el 9 de enero de 1764 en la que, acabando de regresar a ParГ­s desde Versalles, escribe al notario Le Noir informГЎndole de que ha pasado por su casa sin encontrarle y seГ±alando que "he llegado a su casa incluso a pie; ВЎes realmente sorprendente!". Para valorar lo notable de la distancia, hay que tener en cuenta que la residencia de Van Eyck, donde los Mozart eran huГ©spedes, estaba situada cerca de la plaza de Vosges, mientras que la casa del notario Le Noir estaba en la calle de Echelle, detrГЎs del Louvre y de los jardines de las TullerГ­as, a unos 2,5 kilГіmetros, todo ello en terreno llano y practicable en menos de 30 minutos.

Esta carta al notario nos muestra otra curiosidad: quienes no tenГ­an sirvientes para recibir a los invitados en ausencia del dueГ±o de la casa colocaban una pizarra en la entrada, donde los visitantes escribГ­an sus nombres, para saber quiГ©n habГ­a pasado... y asГ­ lo hacГ­a Leopold. Cuando podГ­a, Leopold utilizaba el "fiacre", carruajes pГєblicos numerados (como los taxis actuales) que definГ­a como miserables, mientras que en ocasiones mГЎs importantes se veГ­a obligado a contratar "carruajes de remesas", muy caros ya que se alquilaban para todo el dГ­a, pero permitГ­an entrar en los patios de los palacios nobiliarios directamente en carruaje (mientras que el "fiacre" tenГ­a que parar en la carretera y los invitados, por tanto, tenГ­an que entrar a pie, lo cual rebajaba la percepciГіn de su estatus social y econГіmico).

Los Mozart, como hemos visto, llegaron a ParГ­s el 18 de noviembre de 1763 y Leopold habrГ­a querido empezar inmediatamente a organizar representaciones y obtener gloria y dinero, pero un acontecimiento luctuoso que envolviГі a la Corte francesa (la muerte de la infanta de EspaГ±a MarГ­a Isabel de BorbГіn-Parma, sobrina de Luis XV, a causa de la viruela) impuso un periodo de luto durante el cual se suspendieron el ocio y las diversiones. AsГ­ pues, los Mozart tuvieron que esperar hasta finales de diciembre para presentarse ante los protagonistas de la ciudad pero, gracias a los buenos oficios del barГіn Friedrich Melchior von Grimm, escritor y encargado de negocios en ParГ­s del Principado de Frankfurt, fueron invitados a Versalles, sede de la Corte de Luis XV, donde fueron alojados durante diecisГ©is dГ­as en la posada Au Cormier.



Friedrich Melchior von Grimm (1723-1807) escritor y diplomГЎtico

Llegado a ParГ­s en 1749 como secretario del Conde de Friese, se convirtiГі en encargado de negocios del Principado de Frankfurt.

Hombre de vasta cultura, fue amigo de los enciclopedistas Rousseau, Diderot y Voltaire, y durante dos aГ±os fue redactor del boletГ­n "Correspondance littГ©raire, philosophique et critique" destinado a informar a las Cortes europeas (desde Alemania hasta el Zar de Rusia) de las nuevas modas y tendencias culturales parisinas, que debГ­an ser imitadas por el resto de Europa.

En la disputa entre los partidarios de la Гіpera italiana y los que apreciaban el estilo de Gluck, tomГі partido abiertamente, con todo el peso de sus relaciones con la aristocracia parisina, a favor del estilo italiano.

Las excelentes amistades y el hecho de ser el amante de Louise d'Epinay, escritora y animadora de uno de los mГЎs famosos "salones" parisinos, le permitieron ascender en la sociedad, lo que le llevarГ­a a recibir nombramientos diplomГЎticos y a ser nombrado barГіn en 1774 por la emperatriz de Austria, MarГ­a Teresa. Como crГ­tico literario y musical tambiГ©n escribiГі para la famosa revista Mercure de France.

En el primer viaje de los Mozart a ParГ­s desempeГ±Гі un papel esencial en su Г©xito, pero mГЎs tarde, cuando Wolfgang fue a ParГ­s solo con su madre, Г©sta le tratГі con frialdad y no le apoyГі como en el pasado. En su Гєltima carta desde ParГ­s a su amigo Hagenauer, Leopold Mozart habla asГ­ de Grimm: "...este hombre, este buen amigo mГ­o, este seГ±or Grimm, gracias al cual estoy consiguiendo todo aquГ­".

Aunque contaba con muchas cartas de recomendaciГіn (entre ellas, la del conde de Chatelet, embajador de Francia en Viena, la del conde Starhemberg, enviado imperial austriaco en ParГ­s, la del conde von Cobenzl, ministro de Bruselas, la del prГ­ncipe de Conti, etc.) ninguna de ellas, segГєn Leopold, sirviГі para nada.

SГіlo el conde Grimm "lo hizo todo"... ВЎy pensar que este apoyo le llegГі gracias a una carta escrita por la esposa de un comerciante de FrГЎncfort que habГ­a conocido por casualidad en esa ciudad donde habГ­an hecho escala antes de llegar a ParГ­s!

Pues bien, mientras tanto, le dio a Leopold Mozart 80 florines de oro para las actuaciones de los niГ±os en su casa, y luego se ocupГі de distribuir 320 entradas para el primer concierto en el Teatro FГ©lix y de pagar la cera para iluminar la sala, para lo cual se necesitaron mГЎs de sesenta velas de mesa.



La primera informaciГіn sobre Versalles enviada a Salzburgo por Leopold Mozart hace sonreГ­r un poco porque, hablando de la marquesa de Pompadour (antigua amante del rey Luis XV) la compara con la difunta seГ±ora Stainer, una conocida de Salzburgo. En cuanto a su carГЎcter, sin embargo, dice, es extremadamente altiva y lo dirige todo incluso ahora (a pesar de que ya no era la amante oficial del Rey desde hace una docena de aГ±os). La describe como una mujer de espГ­ritu poco comГєn, grande, bien cargada pero muy bien proporcionada, rubia, todavГ­a bonita y seguramente muy bella en el pasado, ya que habГ­a excitado a un Rey. Los apartamentos de la Pompadour en Versalles, con vistas al jardГ­n, son descritos por Leopold Mozart como "un paraГ­so", mientras que el palacio del Faubourg St. HonorГ©, utilizado como residencia parisina, es descrito como magnГ­fico. El palacio, hoy residencia oficial del presidente de la RepГєblica Francesa, habГ­a sido construido unas dГ©cadas antes para el conde de Evreux; fue comprado en 1753 por el rey Luis XV por 730.000 libras y regalado por Г©l a la Pompadour, en aquel momento su mujer favorita. Es evidente que los Mozart habГ­an sido admitidos allГ­, ya que Leopold describe la sala de mГєsica, donde habГ­a un clavicordio dorado pintado "con gran arte" y en las paredes habГ­a dos cuadros de tamaГ±o natural de la Pompadour y el rey Luis XV. Incluso en Versalles el coste de vida era bastante elevado, y afortunadamente en aquellos dГ­as hacГ­a mucho calor escribe Leopold (en diciembre...) de lo contrario habrГ­a tenido que comprar leГ±a al precio de 5 dinares por tronco para calentar la habitaciГіn de la posada donde se alojaban. Los Mozart, en Versalles, vivieron durante dos semanas en una calle que, teniendo en cuenta los dos niГ±os presentes en la familia y su talento, llevaba un nombre perfectamente apropiado: Rue des Bon Enfants (Calle de los Buenos NiГ±os).



Comodidades: calefacciГіn

De una sociedad acostumbrada a permanecer en el frГ­o o, en el mejor de los casos, a protegerse con ropas pesadas y de porte, vemos el paso relativamente rГЎpido a las comodidades de la calefacciГіn: primero en los lugares pГєblicos (hospitales, cuarteles, oficinas) y luego en los hogares.

La chimenea de pared parece haber sido un invento italiano (tenemos las primeras noticias de ella en Venecia hacia el siglo XIII) y, en comparaciГіn con el fuego central abierto, permitГ­a que las habitaciones estuvieran menos invadidas por el humo, pero era energГ©ticamente ineficiente y dispersivo. AdemГЎs, "asaba" la cara y la parte delantera del cuerpo, dejando la parte trasera congelada.

El nuevo invento fue la estufa (de hierro, fundiciГіn o cerГЎmica), que ahorraba combustible y ofrecГ­a una calefacciГіn mГЎs homogГ©nea y agradable. La chimenea necesitaba repetidas operaciones para su funcionamiento y mantenimiento: abastecimiento de leГ±a (que habГ­a que comprar, apilar, traer a la casa, tirar como cenizas o utilizar para la gran colada mensual).

Encontramos una referencia a la carga de las tareas relacionadas con la madera en una carta de Leopold Mozart a Hagenauer, desde MГєnich, fechada el 10 de noviembre de 1766: "Le pido a usted, o mГЎs bien a su seГ±ora esposa, que nos busque una buena criada, especialmente en esta Г©poca en la que debemos llenar continuamente las estufas de leГ±a. Son cosas indispensables, o mГЎs bien un malum necessarium".

HabГ­a que tapar las brasas por la noche para evitar incendios frecuentes y reavivar el fuego a la maГ±ana siguiente; el humo era el compaГ±ero inevitable en la mayorГ­a de las casas, donde la chimenea era el centro de la actividad domГ©stica en la cocina.

Las habitaciones, si las habГ­a, quedaban en el frГ­o y para protegerse del frГ­o dormГ­an con ropa pesada, en el mejor de los casos precalentando las camas con calentadores y braseros.

La estufa era ciertamente mГЎs cГіmoda y los ricos, por supuesto, fueron los primeros en adoptarla, incluso en varias habitaciones de los apartamentos, mientras mantenГ­an, en las salas de recepciГіn, las antiguas e imponentes chimeneas, sГ­mbolos de un poder en vГ­as de decadencia.

La satisfacciГіn de la nueva necesidad masiva de calor en el hogar provocГі un aumento de la demanda de madera (antes de que llegaran otros combustibles, como el carbГіn, hacia el Гєltimo cuarto de siglo) que provocГі un aumento de los precios del orden del 60/70%.

Los pobres, en los inviernos mГЎs duros, saqueaban los bosques a pesar de los riesgos de ser "pescados" por la Guardia del Rey o por los guardabosques de los nobles propietarios.

Pero la leГ±a, la turba y el carbГіn vegetal no eran los Гєnicos combustibles utilizados: los pobres, a falta de algo mejor y sin ser demasiado quisquillosos con el hedor, tambiГ©n utilizaban estiГ©rcol que, debidamente secado, tenГ­a un valor calorГ­fico igual al de la turba e incluso superior al de la leГ±a (4,0 frente a un valor medio de 3,5 para la leГ±a).

Si en el campo era bastante fГЎcil conseguir estiГ©rcol, en la ciudad los pobres se dedicaban a recoger lo que "regalaban" los caballos.

TambiГ©n los cristales de las ventanas (tambiГ©n esta innovaciГіn estГЎ certificada en ciudades italianas como GГ©nova y Florencia desde el siglo XIV) que, sustituyendo paulatinamente a las contraventanas de madera o a las telas impregnadas de trementina (para hacerlas semitransparentes), contribuyeron a librar la batalla contra el frГ­o.

Con las ventanas de cristal, las necesidades de iluminaciГіn y calefacciГіn se fusionaron: el cristal se hizo cada vez mГЎs claro, permitiendo que la luz entrara en habitaciones que habГ­an sido hГєmedas y oscuras durante siglos. Al principio, se trataba de pequeГ±os redondeles de vidrio unidos con plomo (como en las vidrieras de las catedrales) para llegar, con el progreso tГ©cnico-constructivo, a lГЎminas de vidrio transparente cada vez mГЎs grandes.



Afortunadamente, las actuaciones en la Corte de los dos niГ±os prodigio comenzaron a dar algunos frutos. La condesa Adrienne-Catherine de Noailles de TessГ© (dama de honor del DelfГ­n y amante del poderoso prГ­ncipe de Conti, a quien Wolfgang dedicarГ­a dos sonatas para clavicordio compuestas y publicadas en las semanas siguientes) le regalГі una caja de rapГ© de oro y un pequeГ±o y precioso reloj. Una pequeГ±a caja de rapГ© transparente con incrustaciones de oro para Nannerl y un escritorio de bolsillo de plata con plumas del mismo metal para Wolfgang de la princesa de Carignano. En los dГ­as siguientes llegaron otros regalos: una tabaquera roja con anillos de oro, una tabaquera de material vГ­treo con incrustaciones de oro, una tabaquera de "laque Martin" (tambiГ©n llamada "vernis Martin" porque fue inventada en 1728 por los hermanos del mismo nombre, era una imitaciГіn de las lacas chinas y japonesas pero mucho mГЎs barata, ya que se producГ­a a partir del copal, una resina semifГіsil parecida al ГЎmbar) con flores y utensilios pastorales en oro esmaltado, un pequeГ±o anillo montado en oro con una cabeza antigua. AsГ­ como una serie de cosas que Leopold no tuvo en cuenta por su escaso valor (cintas para dagas, cintas y lazos para los brazos, pequeГ±as flores para los auriculares de Nannerl, pequeГ±os paГ±uelos y otros accesorios necesarios en ParГ­s para estar a la moda).Un Гєltimo regalo curioso fue una caja de palillos de oro macizo que se le regalГі a Nannerl.



Vajilla

La referencia al regalo de una caja para palillos nos permite hablar brevemente de unas innovaciones que justo entonces se estaban popularizando y que pasarГ­an a formar parte del bon ton: los utensilios para la mesa. A partir del siglo XVIII, la comida se vincula a los utensilios que a partir de entonces constituirГЎn la parafernalia de la mesa: cuchara, tenedor y cuchillo.

La cuchara, ya conocida en el Antiguo Egipto y por los romanos, deriva su nombre de cГіclea (concha) durante la Edad Media se fabricaba en madera o, para los ricos, en oro o plata, marfil o cristal.

El cuchillo tiene un origen aГєn mГЎs lejano y bГ©lico, quizГЎ por ello su uso seguГ­a siendo muy limitado, por temor a que pueda herir a los comensales o ser utilizado como arma en caso de disputas (en China estaba prohibido por ley) hasta que, en el Renacimiento, se creГі el cuchillo de punta redonda, ciertamente menos agresivo.

El uso moderno del tenedor como instrumento para llevar la comida a la boca apareciГі en Venecia en el aГ±o 955, cuando la princesa griega Argilio (que probablemente habГ­a aprendido su uso en Bizancio) lo luciГі con motivo de su matrimonio con el hijo del dux Pietro III Candiano.

La difusiГіn de esta Гєtil herramienta, sin embargo, tuvo que contar con la Iglesia romana que, debido al cisma ortodoxo, identificГі el tenedor con las costumbres de Bizancio y prohibiГі su uso, considerГЎndolo como instrumento del diablo.

Para entender cГіmo este anatema quedГі profundamente arraigado en la mentalidad de la gente, baste decir que en el siglo XVII, una persona no ciertamente de bajo nivel cultural como el mГєsico Claudio Monteverdi, cuando se veГ­a obligado a usar tenedores por buena educaciГіn hacia quienes le habГ­an invitado, recitaba entonces tres misas para expiar el pecado. En la corte francesa, el tenedor fue introducido, como es lГіgico, por Catalina de MГ©dicis, cuyo hijo, Enrique III, legislГі (sin mucho Г©xito) para imponer su uso generalizado.



Durante esos dГ­as los Mozart se vestГ­an, al menos en parte, segГєn la moda parisina y Leopold menciona un vestido negro de Wolfgang con un sombrero francГ©s. En realidad, la familia Mozart tuvo que mandar a hacer cuatro vestidos de luto negros por la muerte del Elector de Sajonia, Friedrich Christian von Wettin, hermano de l a Delfina de Francia.



Las reglas del luto

Las muertes en el siglo XVIII eran frecuentes, debido a enfermedades, guerras o epidemias.

MГЎs de una vez, como sabemos por el epistolario de Mozart, un acontecimiento luctuoso frustrГі los planes de Leopold Mozart, arruinando posibles ganancias y semanas de contactos y maniobras para obtener una invitaciГіn a cierta corte o palacio para las actuaciones de sus hijos.

La estГ©tica del luto estaba bien codificada, tanto en lo que respectaba a la vestimenta de los familiares del difunto como a la duraciГіn del propio luto.

En el caso de la muerte de la realeza, el luto implicaba a todos los sujetos, con manifestaciones externas mГЎs o menos evidentes, que iban desde el vestido de luto de los nobles hasta el lazo negro en el brazo de los burgueses.

Con motivo del luto real se interrumpГ­an todos los actos en curso o previstos y se cerraban los teatros durante semanas o incluso meses, como en el caso, que tambiГ©n afectГі a los Mozart y a sus proyectos en Viena, de la muerte de la archiduquesa MarГ­a Josefa de Habsburgo-Lorena, prometida al rey de NГЎpoles Fernando IV de BorbГіn, lo cual provocГі la suspensiГіn de todos los espectГЎculos durante seis semanas.

En Versalles, la estricta etiqueta exigГ­a que las ropas de luto del Rey fueran de color pГєrpura, mientras que las de la Reina debГ­an ser blancas y se prescribГ­an para la muerte de un miembro de la familia real o de un gobernante extranjero.

No habГ­a luto por la muerte de los niГ±os menores de siete aГ±os, que se consideraba el comienzo de la edad de la razГіn.

AdemГЎs, las muertes en la infancia eran numerosas y se aceptaban con resignaciГіn.

Para las viudas las prescripciones eran igual de estrictas: toda la casa se cubrГ­a con un velo negro, incluidos los cuadros y los espejos, y la habitaciГіn de la viuda se repintaba completamente de negro. La mujer debГ­a llevar un velo negro en la cabeza y un vestido del mismo color.

Los requisitos del luto en Francia, pero tambiГ©n en otras naciones europeas, estaban incluso prescritos por ley. En Francia, en 1716, la duraciГіn del luto se redujo a la mitad mediante una ordenanza que establecГ­a, para la viuda, la duraciГіn de un aГ±o y seis semanas.

Durante los primeros cuatro meses y medio la viuda debГ­a vestirse con capa, sobrepelliz y falda de estameГ±a (tejido de lana ligero y no precioso), durante otros cuatro meses y medio la ropa debГ­a ser de crepГ© y lana, durante los tres meses siguientes la ropa era de seda y gasa (tejido de seda transparente) y, finalmente, durante las seis semanas restantes se permitГ­a el medio luto, durante el cual el cГіdigo de vestimenta se hacГ­a menos estricto y se permitГ­a el uso de joyas..



La compra de la ropa y los gastos para llegar al Palacio de Versalles desde la posada ascendieron a 26/27 Luises de oro en diecisГ©is dГ­as, calcula Leopoldo, ya que en Versalles no habГ­a "fiacres" ni "carruajes", sino sГіlo sillas de manos. Como eran cuatro, los Mozart, a causa de los dГ­as de lluvia, para no ensuciar sus ropas antes de entrar en la Corte, tuvieron que tomar varias veces dos carruajes con un coste de 12 dineros cada uno: en uno iba su madre con Nannerl, en el otro Leopold con Wolfgang. En dinero efectivo, los Mozart habГ­an recibido hasta ese momento, a la espera de las esperadas donaciones del Rey, la suma de 12 Luises de oro que cubrГ­an, sin embargo, sГіlo la mitad de los gastos ocasionados. Los 50 Luises que fueron donados por el Rey a travГ©s de la Oficina de los Menus plaisir du Roy (que se encargaba de los pequeГ±os placeres reales), contenidos en una caja de tabaco, permitieron, sin embargo, cerrar el viaje a Versalles con un beneficio (sin contar el valor de los regalos que ya hemos mencionado).

En ParГ­s, los Mozart tambiГ©n intentaron hablar francГ©s, al menos de la forma sencilla que permite a los extranjeros comunicarse con los locales, pero, a juzgar por los errores que se aprecian en el epistolario, el dominio de la lengua no debiГі de ser especialmente bueno. TambiГ©n en las cartas de Wolfgang de los aГ±os siguientes se aprecian errores ortogrГЎficos y lingГјГ­sticos tanto cuando utiliza el francГ©s como cuando emplea el italiano, aprendido "de memoria" a travГ©s de los libretos de Гіpera y durante sus tres viajes a nuestro paГ­s. En una carta desde ParГ­s dirigida, excepcionalmente, a la esposa de Hagenauer, Leopold expresa su opiniГіn sobre la belleza de las mujeres parisinas. En su opiniГіn, estГЎn tan maquilladas (en contra de la naturaleza, dice, como las marionetas producidas en Berchtesgaden, una localidad de los Alpes bГЎvaros a 25 kilГіmetros de Salzburgo) que, aunque sean bonitas, resultan insoportables a los ojos de un alemГЎn honrado.



Productos de belleza

En el tocador de una dama elegante (pero no piensen que sus maridos no utilizaban diversas cremas y maquillajes) habГ­a numerosos productos destinados a dejar la piel clara, fresca y a la moda, asГ­ como sustancias para colorearla, falsos lunares, etc.

Ya en el siglo XVI se imprimГ­an libros con recetas de todo tipo para curar enfermedades o preparar ungГјentos y cremas de belleza, como "I secreti universali in ogni materia" ("Los secretos universales en todas las materias"), de Don Thimoteo Rossello, publicado en Venecia en 1565, que, en su segunda parte, enumera decenas de recetas para embellecer o ruborizar el cabello, tener una piel blanca y brillante, etc..

En el siglo XVIII tambiГ©n se difundieron publicaciones similares, como "La toilette de Venus", publicada en 1771, o "La toilette de Flore", del mГ©dico Pierre-Joseph Buc'hoz, que proponГ­a recetas de cremas y ungГјentos de belleza a base de flores y plantas.

Una piel transparente y resplandeciente (el modelo a seguir era el "color convento") era tan alabada en el siglo XVIII que incluso a la mujer que las lucГ­an se les perdonaba su estupidez o sus modales poco refinados.

Para maquillar a hombres y mujeres se utilizaba el blanco de plomo para aclarar la piel (inicialmente obtenido de la clara de huevo y mГЎs tarde pigmento blanco a base de plomo, tГіxico) y el belletto (tambiГ©n llamado colorete, rojo) para los labios y las mejillas (inicialmente obtenido de sustancias animales como la cochinilla o vegetales como el sГЎndalo rojo, mГЎs tarde obtenido de minerales como el plomo, el minio y el azufre tratados en un horno a altas temperaturas), asГ­ como decenas de esencias, cremas, pastas, eau (aguas) perfumadas.

En uno de sus escritos, el Chevalier d'ElbГ©e estima la venta de colorete en 2.000.000 de frascos y recoge las palabras de Montclar, uno de los mГЎs famosos vendedores de belletto de ParГ­s, que afirmaba vender al seГ±or Dugazon (el actor Jean-Baptiste-Henry Gourgaud) tres docenas de frascos de colorete al aГ±o, mientras que a las actrices Rose LefГЁvre (su esposa), Bellioni y Trial les vendГ­a seis docenas a cada una, a seis francos el frasco.

El vientre o colorete, sin embargo, no se elegГ­a al azar en sus matices, sino que debГ­a decir algo sobre la persona que lo llevaba, de modo que un determinado tipo estaba reservado a las damas de rango, diferente al de las damas de la Corte (las Princesas lo llevaban en un tono muy intenso), otro era el adecuado para la burguesГ­a, obviamente diferente al de las cortesanas.

Luego estaban las lociones: para aclarar la piel o enrojecerla, para nutrirla y lavarla, contra las pecas y los puntos negros, para rejuvenecer la piel amarillenta por la edad, etc.

Se derrochaban verdaderas fortunas en productos de belleza, hasta el punto de hervir hojas de oro en el zumo de un limГіn para obtener una piel con un brillo sobrenatural.

TambiГ©n habГ­a ungГјentos para reparar los daГ±os dejados en la piel por las enfermedades, especialmente la viruela, muy extendida en la Г©poca, y productos para el cabello, las uГ±as y los dientes.

ВїY quГ© pasa con los topos, llamados mouches, moscas?

Eran pequeГ±os trozos de tela engomada de diferentes formas (corazГіn, luna, estrella, etc.), adquiridos por la famosa fabricante Madame Dulac, destinados a completar el maquillaje del rostro dГЎndole personalidad y espГ­ritu.

La posiciГіn de estos lunares falsos, cada uno con un nombre asignado, estaba estrictamente prescrita por reglas conocidas: el assassine (en la comisura del ojo), el gallant (en medio de la mejilla), el prГ©cieuse (cerca de los labios), el majestueuse (en la frente), etc.

La finalizaciГіn de la preparaciГіn de la cabeza de una dama noble, antes de salir de casa, incluГ­a el cuidado y el peinado del cabello que, para las grandes damas en ocasiones importantes, podГ­a proporcionar una verdadera arquitectura realizada por los mГЎs grandes peluqueros de ParГ­s.

La altura de estos peinados alcanzaba lГ­mites tan extremos que los caricaturistas se inspiraron para representar a los peluqueros en taburetes, o incluso en altas escaleras, para alcanzar la cima de sus creaciones.

Si en la primera parte del siglo XVIII el color marrГіn se habГ­a impuesto como estГЎndar de belleza para las mujeres, a finales de siglo la moda cambiГі bruscamente: el negro cayГі en desgracia en favor de la combinaciГіn de ojos azules y cabello rubio.

La palidez del rostro, sin embargo, seguГ­a siendo un elemento esencial, por lo que muchas damas para lograr el objetivo se sometГ­an a sangrГ­as incluso varias veces al dГ­a, haciГ©ndose extraer sangre mediante la aplicaciГіn de sanguijuelas o dejando que una lanceta se clavara en una vena superficial.



Incluso sobre la devociГіn religiosa y la moralidad de las mujeres parisinas, Leopold expresa sarcГЎsticamente muchas dudas. En cuanto a los negocios que los Mozart esperaban de las representaciones en Versalles, las cosas iban lentas, hasta el punto de que Leopold se queja de que en la Corte "las cosas van a paso de tortuga, incluso mГЎs que en otras Cortes" sobre todo porque toda actividad de ocio (fiestas, conciertos, obras de teatro, etc.) tenГ­a que pasar por la evaluaciГіn y organizaciГіn de una comisiГіn especial de la Corte, los Menus-plaisirs du Roi (los pequeГ±os placeres del Rey). A la esposa de Hagenauer, Leopold Mozart le ilustra sobre algunas prГЎcticas de la corte en ParГ­s diferentes a las que habГ­an visto en Viena: en Versalles no se acostumbraba a besar las manos de los miembros de la realeza, ni a molestarlos con peticiones y ruegos, y menos aГєn durante la ceremonia del "paso", es decir, el desfile entre dos alas de cortesanos que la familia real realiza para ir a misa en la capilla del interior del palacio. Ni siquiera era costumbre rendir homenaje a la realeza inclinando la cabeza o la rodilla, como se hacГ­a en otras cortes europeas, sino que se permanecГ­a erguido y se podГ­a ver cГіmodamente el paso de los miembros de la familia real.

Leopold no pierde la oportunidad, al informar de estos hГЎbitos, de comentar que, en cambio, para asombro de los presentes, que las hijas del Rey se habГ­an detenido a hablar con los dos hijos, dejГЎndoles besar las manos y besГЎndolas a su vez. Incluso, en la vГ­spera de AГ±o Nuevo, durante el "grand couvert" (una cena real a la que asistГ­an, de pie, numerosos cortesanos e invitados de rango) que se celebraba en el SalГіn de la chimenea que tambiГ©n servГ­a de antesala a los Apartamentos de la Reina, "mi seГ±or Wolfgangus tuvo el honor de permanecer todo el tiempo cerca de la Reina". HablГі con ella (que hablaba bien el alemГЎn, siendo de origen polaco pero habiendo vivido algunos aГ±os en Alemania en su juventud) e incluso comiГі los platos que le ofreciГі. Leopold no deja de seГ±alar que fueron acompaГ±ados a la sala del "grand couvert", dada la gran multitud que acudГ­a a la cena, por los guardias suizos y que tambiГ©n se situГі junto a Wolfgang mientras su esposa y Nannerl se colocaban junto al DelfГ­n Luis Fernando de BorbГіn (el heredero al trono) y una de las hijas del Rey.



La Guardia Suiza

Hoy en dГ­a, cuando se habla de la Guardia Suiza, se piensa inmediatamente en los pintorescos soldados del Estado del Vaticano que, con sus coloridos uniformes renacentistas, actГєan como guardia de honor del Papa.

En realidad, ya en el siglo XIV, en la Г©poca de la Guerra de los Cien AГ±os, muchos soberanos europeos recurrieron a mercenarios suizos para formar los cuerpos militares destinados a su protecciГіn.

El primer monarca que creГі un cuerpo de guardias suizos fue Luis XI, y su sucesor, Carlos VIII, fue aumentando su nГєmero hasta llegar al centenar, por lo que se les llamГі Cent suisses (los Cien Suizos).

Entre finales del siglo XV y principios del XVI, los pontГ­fices siguieron el ejemplo del rey de Francia, hasta el punto de que Julio II tenГ­a a su servicio 150 guardias suizos que demostraron su lealtad durante el saqueo de Roma, llevado a cabo por los lansquenetes (soldados mercenarios alemanes alistados en el ejГ©rcito del emperador Carlos V).

En el siglo XVI, los Saboya tambiГ©n tenГ­an su propia Guardia Suiza, y a partir del siglo XVIII los suizos fueron guardias personales de Federico I de Prusia, la emperatriz MarГ­a Teresa de Austria, JosГ© I de Portugal, e incluso fueron utilizados por NapoleГіn Bonaparte.



Los Mozart llegaron a Versalles en la Nochebuena de 1763 y pudieron asistir a las tradicionales misas en la Capilla Real: una a medianoche, una segunda a Гєltima hora de la noche, una tercera al amanecer y la Гєltima en la maГ±ana de Navidad. Como mГєsico, tambiГ©n enviГі sus valoraciones sobre la mГєsica escuchada: fea y bella, dijo, precisando que las piezas para voz solista y las arias eran frГ­as y sin valor, es decir, francesas (el estilo vocal francГ©s no era evidentemente apreciado por Leopold, que preferГ­a el italiano y el alemГЎn). Por otro lado, las piezas corales fueron calificadas incluso de excelentes, hasta el punto de que aprovechГі para continuar la formaciГіn musical y estilГ­stica de Wolfgang llevГЎndole a la misa del Rey todos los dГ­as, la cual se celebraba a la 1 de la tarde en la Capilla Real (a menos que el Rey quisiera ir de caza: en ese caso la misa se adelantaba a las 10 de la maГ±ana).

La externalizaciГіn de la riqueza por parte de los aristГіcratas parisinos mГЎs ricos, de los fermiers gГ©nГ©raux (particulares que recibГ­an el privilegio de recaudar impuestos en determinados territorios, enriqueciГ©ndose desproporcionadamente) y de los grandes banqueros burgueses, un centenar de personas en total segГєn Leopold, impactГі tanto al moroso Salzburger que los considerГі "locuras asombrosas". La ostentaciГіn llevaba a las mujeres a llevar pieles incluso en Г©pocas no frГ­as: cuellos de piel, tiras de piel en los peinados en lugar de flores, cintas de piel alrededor de los brazos. Las grandes damas, que podГ­an permitГ­rselo, llevaban pieles muy lujosas (armiГ±o, lobo, nutria, marta) en la Г“pera y en las recepciones. Especialmente afortunados eran los "manicotti", que podГ­an ser de piel o de angora, que podГ­an ser cilГ­ndricos (los llamados "barilotti") o descender majestuosamente hasta el suelo. Sin embargo, el uso y el abuso de las pieles no sГіlo concernГ­a a las mujeres.

Los hombres llevaban correas para puГ±ales, de moda en ParГ­s, hechas con las mejores pieles, lo que llevГі a Leopold a comentar irГіnicamente que semejante ridiculez evitarГ­a sin duda que el puГ±al se congelara. Leopold Mozart tambiГ©n reprochaba a los franceses su excesivo amor por la comodidad, en particular la costumbre de enviar a los reciГ©n nacidos al campo para que los nodrizasen, confiГЎndolos a un "director de orquesta" que, a su vez, los distribuГ­a entre las esposas de los campesinos, anotando los nombres de los padres y los de los acogidos en un libro de contabilidad, con la ayuda de los pГЎrrocos locales que, a cambio de su "certificaciГіn", recibГ­an un donativo.



El "cuidado" de los niГ±os en el siglo XVIII en ParГ­s - Ser mujer era un duro destino

Cuando una niГ±a nacГ­a era generalmente una decepciГіn para sus padres, fueran ricos o pobres, eso no cambiaba sus reacciones.

Sin celebraciones y, sobre todo, con un destino marcado por un futuro "menor" en comparaciГіn con el de sus hijos varones: no continuarГ­a el nombre de la familia, ni heredarГ­a bienes y cargos pГєblicos (en el caso de las familias nobles) y no contribuirГ­a al sustento de la familia con la fuerza de sus brazos si no era ayudando en casa o entrando en servicio (en el caso de las familias pobres).

En las casas aristocrГЎticas, los reciГ©n nacidos eran confiados inmediatamente a nodrizas y alejados de la casa y de su madre hasta el destete.

Las nodrizas solГ­an ser campesinas ignorantes que descuidaban a los niГ±os hasta el punto de que a menudo morГ­an o, como le ocurriГі a Charles-Maurice de Talleyrand-PГ©rigord (prГ­ncipe y mГЎs tarde astuto polГ­tico para todas las Г©pocas), los dejaban invГЎlidos.

De hecho, parece que Talleyrand se quedГі cojo tras caerse de un asiento demasiado alto, en el que su descuidada nodriza le habГ­a dejado desatendido.

Tras el destete, los niГ±os volvГ­an al nГєcleo familiar, pero eran confiados a una institutriz que se ocupaba de ellos en todos los aspectos, desde la educaciГіn bГЎsica (lectura y escritura, catecismo, algunos pasajes de la Biblia) hasta el cuidado personal, a menudo con la ayuda de una de las muchas publicaciones dedicadas a la educaciГіn de los niГ±os.

No existГ­a ninguna intimidad con la madre, y menos aГєn con el padre, salvo en ocasiГіn de la visita matutina a la habitaciГіn de la madre, que lo recibГ­a con desapego, dedicando a menudo mГЎs atenciГіn a sus perros.

Las niГ±as ricas, desde muy pequeГ±as, se vestГ­an como mujeres adultas (corpiГ±os, enaguas, grandes peinados rematados con un sombrero, etc.) y recibГ­an como regalo muГ±ecas con un vestuario completo.

El semanario Le Mercure de France anunciaba a sus lectores en 1722 que la duquesa de Orleans habГ­a regalado al DelfГ­n de Francia (la esposa del DelfГ­n, hijo mayor y heredero del rey de Francia) una muГ±eca con un vestuario completo y joyas por un valor astronГіmico de 22.000 libras para la Г©poca.

Al llegar a la edad de seis o siete aГ±os, la niГ±a rica comenzaba a recibir lecciones de baile, canto y de tocar el instrumento (el clavicordio) para prepararse para sus futuras funciones en la sociedad ... y finalmente fue enviada a un convento, elegido segГєn el prestigio de las chicas que asistГ­an.

Obviamente, no se trataba de una vida monГЎstica tal y como estamos acostumbrados a imaginarla hoy en dГ­a, sino de una especie de internado en el que las muchachas llevaban una vida relativamente apartada y moralmente "garantizada": habГ­a apartamentos bien amueblados para las muchachas de linaje noble y en los conventos mГЎs prestigiosos se establecГ­an contactos y amistades entre las muchachas que, una vez que salГ­an y volvГ­an al mundo a travГ©s del matrimonio, podГ­an obtener ventajas sociales y econГіmicas para su familia de origen y la de su marido.

SucedГ­a con frecuencia que las jГіvenes se casaban, por decisiГіn exclusiva de la familia y sin consultarlas, a partir de los doce o trece aГ±os, y luego eran enviadas de nuevo al convento hasta que alcanzaban la edad apropiada para consumar el matrimonio.

Tal fue el caso de una hija de Madame de Genlis, que se casГі a los doce aГ±os, y de la marquesa de Mirabeau, que enviudГі del marquГ©s de Sauveboeuf a los trece aГ±os.

En los conventos particulares existГ­a tambiГ©n un curioso tipo de muchachas que, aunque no pronunciaban votos religiosos vinculantes, recibГ­an un hГЎbito y el tГ­tulo honorГ­fico de canonesas, lo que les daba prestigio a ellas y a las familias a las que pertenecГ­an: sin embargo, estaban obligadas a residir en el convento dos de cada tres aГ±os.

Las canonesas se subdividГ­an, segГєn su edad, en tГ­as damas, a cada una de las cuales se le confiaba una sobrina dama, que recibirГ­a su apoyo para entablar relaciones con las demГЎs damas y, a la muerte de la tГ­a, heredarГ­a sus muebles, joyas y cualquier renta y beneficio ligado a su posiciГіn en el convento.

Los conventos principales y mГЎs codiciados por las familias nobles eran el de Fontevrault, en la regiГіn del Loira (donde se educaban las Hijas de Francia, las hijas de los Reyes y Delfines de Francia), el de PenthГ©mont (donde se educaban las Princesas y se "retiraban" las Damas de calidad una vez que envejecГ­an o enviudaban).

La hospitalidad en estos conventos no era gratuita, sino todo lo contrario.

En 1757 el coste podГ­a ir, en ParГ­s, de 400 a 600 libras a las que habГ­a que aГ±adir otros gastos: 300 libras para la criada mГЎs otro dinero para el baГєl, la cama y los muebles, para la leГ±a de la calefacciГіn y para las velas o el aceite de la iluminaciГіn, para el lavado de la ropa blanca, etc.

En el convento de PenthГ©mont, el mГЎs caro, se distinguГ­a entre una pensiГіn ordinaria (600 libras) y una extraordinaria (800 libras que se convertГ­an en 1000 si el educando querГ­a tener el honor de comer en la mesa de la abadesa).

Al final de su preparaciГіn en los conventos mГЎs prestigiosos, las chicas estaban listas para el matrimonio y, si damos crГ©dito a lo que pensaban sus contemporГЎneos, "lo sabГ­an todo sin haber aprendido nada".

El matrimonio, para la mayorГ­a de estas chicas, representaba simplemente la realizaciГіn del proyecto familiar y tenГ­a valor por el estatus que les conferirГ­a, basado en el estatus del marido, el lujo y la afluencia que les permitirГ­a.

Como reciГ©n casadas, comenzaban entonces la gira de visitas al cГ­rculo aristocrГЎtico de las familias amigas de su linaje y del de su marido, para afirmar su nueva condiciГіn de mujeres casadas y preparadas para la vida social, con una guarniciГіn de ropa de moda, joyas, peinados para lucir en la Г“pera y en cualquier ocasiГіn, especialmente si pertenecГ­an a la Г©lite que tenГ­a la posibilidad de acceder a las "presentaciones" en la Corte.

En ese momento, para estar a la altura, las chicas tenГ­an que aprender las palabras de moda y utilizarlas con naturalidad: Asombroso, Divino, Milagroso, son tГ©rminos que se utilizaban para describir una actuaciГіn musical en la Г“pera y no un nuevo peinado o un nuevo paso de baile.

El dГ­a de una seГ±ora no empezaba sino hasta las once, hora en la que se despertaba, llamaba a la criada para que le ayudara con el aseo mientras la seГ±ora acariciaba al siempre presente perrito faldero que dormГ­a en su habitaciГіn.



El hecho de que la costumbre de poner a los niГ±os reciГ©n nacidos al cuidado de campesinas ignorantes, que a menudo los descuidaban, estuviera extendida no sГіlo entre los aristГіcratas, sino tambiГ©n en estratos mucho menos ricos de la poblaciГіn (el coste, de hecho, era muy bajo), provocaba deficiencias que, para los pobres, significaban miseria y marginaciГіn para el resto de sus vidas. Leopold observa que en ParГ­s no es fГЎcil encontrar un lugar que no estГ© lleno de gente miserable y lisiada.

Al entrar y salir de las iglesias o al caminar por las calles, uno se veГ­a constantemente sometido a las demandas de dinero de los ciegos, los paralГ­ticos, los lisiados, los mendigos pustulosos, las personas cuyas manos habГ­an sido devoradas por los cerdos cuando eran niГ±os, o que habГ­an caГ­do en el fuego y se habГ­an quemado los brazos mientras sus cuidadores los habГ­an dejado solos para ir a trabajar al campo. Todo esto disgustaba a Leopold, que evitaba mirar a aquellos desventurados.



Los pobres

En el siglo XVIII las desigualdades sociales eran muy amplias.

Frente a una clase aristocrГЎtica, que vivГ­a en el lujo y tenГ­a "prohibido" trabajar (por lo que vivГ­a a costa del resto de la poblaciГіn) y la gran y mediana burguesГ­a (que se las arreglaba bastante bien gracias a las finanzas, el comercio y las profesiones) habГ­a multitudes de pobres y, bajando en la escala social, de miserables sin casa, comida ni familia.

En 1783, el prГ­ncipe Strongoli dijo de los mendigos napolitanos que "pululan sin familia" porque la pobreza a menudo impedГ­a la formaciГіn de vГ­nculos familiares o incluso provocaba su ruptura, con maridos que abandonaban a sus familias o hijos que se marchaban a buscar un destino mejor en otro lugar, generalmente en alguna ciudad donde esperaban tener mejores oportunidades.

Entre los necesitados no sГіlo se encontraban los holgazanes y vagabundos por elecciГіn, sino tambiГ©n todos aquellos que no podГ­an ganarse el pan de cada dГ­a por ser demasiado viejos o demasiado jГіvenes (aunque los niГ±os empezaban a trabajar a una edad muy temprana), discapacitados o enfermos.

En la Г©poca del prГ­ncipe Strongoli se calcula que en NГЎpoles una cuarta parte de la poblaciГіn (100.000 de 400.000 habitantes) pertenecГ­a a la categorГ­a de pobres o miserables.

El nГєmero de pobres crecГ­a o disminuГ­a tambiГ©n en funciГіn de las contingencias: el hambre, las guerras, la pГ©rdida de trabajo, las enfermedades, las epidemias podГ­an aumentar los porcentajes incluso hasta el 50% y mГЎs en los momentos de peor crisis.

Sin llegar a las aterradoras cifras de NГЎpoles a finales del siglo XVIII, la pobreza tambiГ©n era elevada en otras ciudades europeas: de sur a norte (Roma, Florencia, Venecia, Lyon, Toledo, Norwich, Salisbury) oscilaba entre el 4% y el 8% de la poblaciГіn.

Por tanto, es fГЎcil imaginar la enorme masa de miserables y pobres que habГ­a en Europa, teniendo en cuenta que la poblaciГіn del continente ascendГ­a a unos 140 millones de personas a mediados del siglo XIX, y que se elevaba a 180 millones en el umbral de la RevoluciГіn Francesa.

Una pequeГ±a parte de la enorme masa de niГ±os pobres, por ser huГ©rfanos o pertenecer a familias que no podГ­an alimentarlos y cuidarlos, era "atendida" por los Conservatorios u Hospitales que, nacidos en NГЎpoles, Venecia y otras ciudades italianas durante el siglo XVI, se extendieron a otras grandes ciudades europeas.



En sus cartas, Leopold se refiere tambiГ©n, de paso, a los restos de la famosa "Querelle des bouffons", es decir, la disputa entre los partidarios del estilo musical teatral italiano (representado por la "Serva padrona" de Pergolesi) entre los que militaban los enciclopedistas con Jean-Jacques Rousseau a la cabeza, y los admiradores del estilo francГ©s Г  la Lully (que, por cierto, Giovan Battista Lulli, tambiГ©n era italiano, a pesar de la afrancesamiento de su nombre). Aunque la discusiГіn se habГ­a resuelto una docena de aГ±os antes, evidentemente las secuelas de la polГ©mica no se habГ­an calmado del todo, y Leopold no se privГі de dar su opiniГіn al respecto: la mГєsica francesa, toda ella, no valГ­a nada para Г©l, mientras que los mГєsicos alemanes presentes en ParГ­s o cuyas composiciones impresas eran populares en la capital francesa (Schobert, Eckard, Honauer, etc.) contribuГ­an a cambiar el gusto musical de sus colegas franceses. Algunos de los principales compositores que trabajaban en ParГ­s, escribe Leopold, habГ­an llevado como regalo a Mozart sus composiciones publicadas, mientras que el propio Wolfgang acababa de entregar a la imprenta 4 Sonatas para clave con acompaГ±amiento de violГ­n marcadas en el catГЎlogo de Mozart como K6 y K7 (las dedicadas a la Delfina Victoire Marie Louise ThГ©rГЁse, hija del rey Luis XV) y K8 y K9 (las dedicadas a la Condesa de TessГЁ). Diremos algunas palabras mГЎs sobre las composiciones publicadas en ParГ­s por Wolfgang (pero compuestas en los meses anteriores, no sin la ayuda de su padre) despuГ©s de completar la informaciГіn sobre la estancia de Mozart en la capital francesa. Mientras tanto, Leopold imagina, y no deja de seГ±alar a sus interlocutores en Salzburgo, el revuelo que espera que causen las Sonatas de su hijo, sobre todo teniendo en cuenta la edad del autor.

Tampoco teme que Wolfgang se vea desafiado por cualquier prueba pГєblica de sus capacidades, pruebas que ya habГ­a afrontado y superado no sГіlo a nivel de virtuosismo ejecutivo (interpretaciГіn, lectura a primera vista, transposiciГіn a otras tonalidades, improvisaciГіn, etc.), sino tambiГ©n, como dice, a nivel de composiciГіn, cuando se le puso a prueba al escribir un acompaГ±amiento de bajo y violГ­n para un minuГ©. Los progresos del pequeГ±o Wolfgang fueron tan rГЎpidos que su padre imaginГі que, a su regreso a Salzburgo, podrГ­a entrar en la Corte como mГєsico.

TambiГ©n Nannerl interpretaba con precisiГіn las piezas mГЎs difГ­ciles que se le presentaban, pero Leopold no hizo ningГєn plan grandioso para ella: era una mujer y los prejuicios de la Г©poca, plenamente compartidos por Leopold Mozart, la convertГ­an, en el mejor de los casos, en una intГ©rprete con la perspectiva de ganarse la vida dando clases a los vГЎstagos de las familias ricas de Salzburgo.

En la carta del 22 de febrero, Leopold Mozart anuncia a Hagenauer la muerte de la condesa van Eyck, que habГ­a acogido a toda la familia en su palacio durante meses (nadie se tomГі la molestia de pincharle las plantas de los pies para asegurarse de que estaba realmente muerta, apunta Leopold) y la enfermedad que habГ­a atacado a Wolfgang: un dolor de garganta con un resfriado tan fuerte que le provocaba inflamaciГіn, fiebre alta y producciГіn de mucosidad que no podГ­a expulsar completamente.

La muerte de la condesa obligГі a los Mozart a buscar un nuevo lugar para vivir y Grimm les encontrГі un apartamento en la calle de Luxemburgo. Con motivo de la enfermedad del pequeГ±o Wolfgang descubrimos una de las caracterГ­sticas de Leopold Mozart, a saber, su competencia (empГ­rica, pero tambiГ©n basada en la lectura y la experiencia) en el ГЎmbito mГ©dico. En el epistolario, en este caso como en otras ocasiones, encontramos los tratamientos que Г©l mismo administraba a su familia basГЎndose en diagnГіsticos personales o, para los casos mГЎs graves, en las indicaciones de los mГ©dicos consultados.

En primer lugar, sacГі al pequeГ±o Wolfgang de la cama y le hizo caminar de un lado a otro de la habitaciГіn mientras, para bajarle la fiebre, le administraba repetidamente pequeГ±as dosis de Pulvis antispasmodicus Hallensis (polvo antiespasmГіdico de Halle). Este medicamento, que tomГі su nombre de la ciudad alemana de Halle (en Sajonia, cerca de Leipzig), se basaba en Assa fetida (una resina de origen persa), Castoreum de Rusia (secreciГіn glandular producida por el castor en la Г©poca de la "fragata", que se vendГ­a a un precio elevado, por lo que a menudo se falsificaba o se sustituГ­a por la menos valiosa importada de CanadГЎ), la valeriana (una planta rica en flavonoides, que todavГ­a se utiliza hoy en dГ­a para favorecer el sueГ±o y reducir la ansiedad), la digitalis purpurea (una planta que contiene principios activos con efectos sobre la insuficiencia cardГ­aca), el mercurio dulce (85% de Гіxido de mercurio y 15% de ГЎcido muriГЎtico) y el azГєcar. Ese brebaje, fuera efectivo o no, no matГі al niГ±o y, al menos, no impidiГі que Wolfgang se recuperara en cuatro dГ­as.

Sin embargo, por seguridad, Leopoldo, que se preocupaba obsesivamente por la salud de su hijo (una enfermedad habrГ­a puesto en peligro los proyectos y las ganancias y los cuatro dГ­as de descanso forzoso calcula que podrГ­a haber ganado 12 Luises de oro mГЎs), tambiГ©n consultГі a un amigo alemГЎn, Herrenschwand, mГ©dico de la Guardia Suiza que protegГ­a al Rey en Versalles.

Puesto que el mГ©dico sГіlo vino dos veces a visitar a Wolfgang (Leopold lo escribe como si el mГ©dico amigo hubiera descuidado sus obligaciones, pero evidentemente la enfermedad no era tan grave como para requerir visitas diarias) el nuestro decidiГі complementar los tratamientos con un poco de Aqua laxativa Viennensis (agua laxante vienesa), una medicina popular ciertamente menos peligrosa, que se compone de Senna (una planta de origen indio con efectos laxantes), Manna (extraГ­do de la savia del fresno, con propiedades emolientes y expectorantes, ligeramente laxante), Crema de TГЎrtaro (ГЎcido tartГЎrico con propiedades leudantes naturales) y seis partes de agua.



La medicina en el siglo XVIII

La mortalidad en la segunda mitad del siglo XVIII en las ciudades europeas era cuatro veces superior a la actual. Viena, con una poblaciГіn de unos 270.000 habitantes, tenГ­a una tasa de mortalidad de 43 por mil. La razГіn principal era el gran nГєmero de enfermedades presentes en la Г©poca, como la viruela, el tifus, la escarlatina y, en los niГ±os, la diarrea. AdemГЎs, las infecciones crГіnicas como la tuberculosis y la sГ­filis aumentaban el nГєmero de muertes.

La esperanza de vida en la segunda mitad del siglo XVIII, especialmente en las ciudades, era de 32 aГ±os. La razГіn principal era la elevada tasa de mortalidad infantil. En los aГ±os 1762 a 1776 la tasa media de mortalidad de los niГ±os menores de dos aГ±os era del 49% y al menos el 62% de los niГ±os morГ­an antes de los cinco aГ±os. La causa principal era la diarrea debida a la falta de higiene y a la inadecuada nutriciГіn de los niГ±os.

La lactancia materna no era popular, por lo que las mujeres de clase media y alta recurrГ­an a amamantar a sus hijos, que eran de clase baja y a menudo eran portadores de enfermedades.

Otro mГ©todo utilizado era la comida para bebГ©s, que consistГ­a en pan hervido en agua o cerveza con azГєcar aГ±adido.

Wolfgang Mozart tenГ­a ideas errГіneas al respecto, como demuestra una carta escrita a su padre en junio de 1783 con motivo del nacimiento de su primer hijo, Raimund Leopold, en la que se muestra su oposiciГіn a la lactancia materna. Le hubiera gustado que el niГ±o fuera alimentado sГіlo con comida de bebГ©, como se hizo con Г©l y con su hermana.

Afortunadamente, cediГі a la insistencia de su suegra y el niГ±o fue confiado al cuidado de una nodriza, aunque, por desgracia, no sirviГі de mucho, ya que el bebГ© sГіlo viviГі cuatro semanas.

Las terapias utilizadas en ese momento no eran muy eficaces.

Poco a poco se fueron descartando las nociones de la medicina medieval, pero en su lugar habГ­a pocas alternativas.

Por ejemplo, la quinina en forma de corteza peruana se utilizaba contra la malaria; el opio era el Гєnico analgГ©sico conocido, mientras que el mercurio se empleaba contra la sГ­filis.

AdemГЎs, seguГ­a en boga la teorГ­a humoral de la enfermedad, que exigГ­a la eliminaciГіn de los fluidos corporales para expulsar los malos humores y restablecer asГ­ el equilibrio.

Por lo tanto, los emГ©ticos, los laxantes, los enemas y las sangrГ­as eran muy utilizados. En el siglo XVIII se utilizaban tГ©cnicas mГ©dicas que hoy nos hacen sonreГ­r, como los "enemas de humo de tabaco", que se practicaban sobre todo para reanimar a los ahogados (en Londres, pero tambiГ©n en Venecia, habГ­a a lo largo del rГ­o o de los canales, en las boticas y no en las parroquias, cerca de los muelles y los puertos, cajas con el equipo necesario para practicar la terapia, igual que los desfibriladores actuales que se utilizan en casos de parada cardГ­aca).

Es probable que Leopold Mozart, que siempre se habГ­a interesado por los tratamientos mГ©dicos, los remedios mГЎs novedosos y, en general, las innovaciones cientГ­ficas, los conociera durante su larga estancia en Londres durante la Gran Gira europea.

Dada la escasez de resultados de la medicina oficial, los remedios "caseros" eran muy utilizados, y la familia Mozart, como hemos visto, no estaba en absoluto exenta.

A continuaciГіn se presenta una tabla de los medicamentos mГЎs utilizados en la Г©poca:

- polvo de margravia (carbonato de magnesio, muГ©rdago, etc.). Producido originalmente por el quГ­mico berlinГ©s Andreas Margraff (1709-1782);

- polvo negro, tambiГ©n llamado Pulvis Epilepticus Niger (semillas de crotГіn, escamГіn, peonГ­a, productos animales, etc.). Es, con mucho, el remedio mГЎs utilizado, ya que contiene fuertes laxantes. Se empleaba contra la epilepsia y tambiГ©n contenГ­a lombrices secas;

- tГ© de escabiosa;

- raГ­z de ruibarbo;

- tГ© de saГєco;

- ungГјento blanco (manteca de cerdo, plomo blanco);

- pastillas para la gota (algas o esponjas cocidas)

A pesar de la aproximaciГіn de muchos diagnГіsticos y tratamientos relacionados, no hay que subestimar la evoluciГіn que el pensamiento racionalista del siglo XVIII permitiГі al desarrollo de la ciencia mГ©dica que, gracias al mГ©todo experimental, avanzГі a pasos agigantados y preparГі el camino para los progresos posteriores.

En el siglo XVIII, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo, la prГЎctica de la medicina comenzГі a tomar las caracterГ­sticas modernas que le son propias en la actualidad.

Personajes como Giovanni Battista Morgagni (1682-1771), fundador de la anatomГ­a patolГіgica, Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794), fundador de la quГ­mica moderna, Lazzaro Spallanzani (1729-1799), un cientГ­fico con mГєltiples intereses que fue llamado por Pasteur "el mayor cientГ­fico que ha existido", Georges Buffon (1707-1788), el mayor naturalista de su tiempo, Edward Jenner (1749-1823), descubridor de la vacuna contra la viruela, etc.

El desarrollo de la ciencia mГ©dica fue acompaГ±ado por la transformaciГіn de los hospitales, que pasaron de ser lugares de segregaciГіn de los enfermos, prisiones infames con tasas de mortalidad muy elevadas, a instituciones de asistencia en las que, aunque muy lentamente, se introdujeron la higiene y sistemas de tratamiento cada vez mГЎs eficaces.

La medicina de cabecera (en la que durante siglos el medicus se desplazaba al domicilio del enfermo para administrarle tratamientos mГЎs o menos eficaces) fue sustituida paulatinamente por la medicina hospitalaria, con los consiguientes cambios en la relaciГіn mГ©dico-paciente.

En 1784, el emperador austriaco JosГ© II, aГ±o en que Wolfgang Mozart vivГ­a en Viena cosechando Г©xitos y gloria por doquier, promoviГі la fundaciГіn del Allgemeines Krankenhaus (Hospital General).

La evoluciГіn de la ciencia mГ©dica, sin embargo, no impidiГі durante mucho tiempo que varias personas, como Leopold Mozart, siguieran utilizando prГЎcticas tradicionales y comunes de autocuidado, la llamada "medicina sin mГ©dicos" (dietas, sangrГ­as, purgas, ungГјentos mГЎs o menos peligrosos para la salud, recetas sacadas de libros impresos, etc.) y que personas no siempre preparadas, como boticarios, cirujanos y barberos, siguieran desempeГ±ando funciones relacionadas con la salud.

Para no hablar de los charlatanes que vendГ­an brebajes de todo tipo como soluciones milagrosas para cualquier dolencia.

CГіmo no mencionar aquГ­, como sГ­mbolo de los charlatanes de todas las Г©pocas, al doctor Dulcamara quien, en el "Elisir d'amore" de Donizetti representado en 1832, vendГ­a frascos de vino de Burdeos como remedio general en el aria "Udite, udite, o rustici" (OГ­d, oГ­d, rГєsticos): Benefactor de los hombres, reparador de los males, en pocos dГ­as despejo los hospitales, y salud para vender por todo el mundo voy. CГіmpralo, cГіmpralo, por poco te lo regalo. Este es el admirable licor odontolГіgico, el poderoso destructor de ratones y bichos, cuyos certificados autГ©nticos y sellados harГ© ver y leer a todos. Para este milagro especГ­fico y simpГЎtico mГ­o, un hombre, septuagenario y valetudinario, abuelo de diez hijos todavГ­a se convirtiГі.

Por esta caricia y salud en una semana corta mГЎs de un joven afligido dejГі de llorar. Oh, matronas de cuello duro, ВїanhelГЎis rejuvenecer? Tus arrugas incГіmodas las borra ВїLes gustarГ­a que su piel fuera suave? ВїQuieren ustedes, seГ±oritas, tener amantes para siempre? Compra mi espГ©cimen, te lo darГ© barato. Mueve a los paralГ­ticos, manda a los apoplГ©jicos, a los asmГЎticos, a los histГ©ricos, a los diabГ©ticos, cura las timpanitis, y la escrГіfula y el raquitismo, e incluso el dolor de hГ­gado, que se puso de moda. Compra mi especГ­fico, por poco te lo doy.



El temor por la salud de Wolfgang (sobre todo) y Nannerl hizo que los padres se comprometieran a hacer rezar misas en Salzburgo en caso de recuperaciГіn: 4 misas en el Santuario de MarГ­a Plan (no lejos de Salzburgo) y 1 misa en el altar del NiГ±o JesГєs en la Loretokirche de la ciudad. Los costes de las misas debГ­an descontarse de la cuenta de los Mozart en Hagenauer. Entre las novedades que Leopold cuenta a sus corresponsales de Salzburgo estГЎ la prГЎctica de inocular la viruela a sus hijos, algo que, segГєn dice, le pidieron en repetidas ocasiones. La inoculaciГіn o variolizaciГіn fue introducida en Europa en 1722 por Lady Mary Wortley Montagu, esposa del embajador inglГ©s en Constantinopla, que la habГ­a visto practicar en TurquГ­a. Hizo inocular a su primer hijo, y el segundo fue incluso inoculado pГєblicamente en la Corte Inglesa, como demostraciГіn de la eficacia del mГ©todo.

El resultado positivo hizo que toda la familia real inglesa se sometiera a la inoculaciГіn. En ParГ­s, parece que en la Г©poca en que los Mozart estaban presentes en la ciudad era una moda bastante extendida, hasta el punto de que se promulgaron leyes que, salvo permisos especiales, prescribГ­an la prГЎctica en la ciudad (para evitar el contagio) mientras que en el campo estaba permitida. La inoculaciГіn era una forma de defensa contra la viruela, en aquella Г©poca la enfermedad infecciosa mГЎs extendida en Europa, y consistГ­a en exponer al sujeto a una forma leve de la enfermedad que permitГ­a, en caso de resultado positivo, inmunizarlo contra las formas mГЎs graves y a menudo mortales. La prГЎctica, sin embargo, tenГ­a graves riesgos tanto para el sujeto sometido a la inoculaciГіn (podГ­a enfermar de la forma mГЎs grave) como para quienes lo frecuentaban durante la fase activa de la enfermedad.

El riesgo, por tanto, para los Mozart era especialmente grave, tanto por el posible contagio como por el lucro cesante debido al aislamiento forzoso al que debГ­a someterse el sujeto inoculado. Esta prГЎctica se mantuvo hasta 1796, cuando la vacuna introducida por Edward Jenner erradicГі progresivamente la enfermedad.

En ParГ­s, en aquel otoГ±o/invierno de 1764, sГіlo nevГі una vez y el clima siguiГі siendo suave, al menos segГєn Leopold Mozart en sus cartas en las que comparaba las temperaturas de la capital francesa con las mucho mГЎs frГ­as de Alemania. Por otra parte, la humedad y la lluvia eran tan frecuentes que resultaba indispensable un impermeable de seda que, al parecer, casi todo el mundo llevaba en el bolso al salir de casa.



Cubierta para la lluvia y paraguas

Sin duda, Leopold estaba acostumbrado a protegerse de la lluvia con capuchas o capas, como todo el mundo en Europa hasta ese momento, hasta el punto de considerar la cubierta para la lluvia un invento reciente.

La moda de la cubierta para la lluvia (obsГ©rvese el uso que hace Leopold de esta palabra francesa derivada de parapluie) habГ­a sido importada a ParГ­s desde Inglaterra, una tierra de conocidas caracterГ­sticas lluviosas. En realidad, la historia del chubasquero deriva de la muy antigua historia del parasol.

Lo que comГєnmente llamamos paraguas esconde, de hecho, en su nombre su significado original: hacer sombra.

Este objeto estГЎ atestiguado en la antigГјedad en China y JapГіn como un atributo de los emperadores y los samurГЎis y un sГ­mbolo de poder reservado para ellos, pero tenemos constancia de su uso en el antiguo Egipto, en la Grecia clГЎsica y en la Roma imperial.

La sombrilla ceremonial tambiГ©n fue utilizada como sГ­mbolo de poder por los Papas, primero, y mГЎs tarde por los Dogos venecianos (quienes tenГ­an que pedir permiso al PontГ­fice romano para utilizarla tambiГ©n).

En tiempos mГЎs cercanos a nosotros, parece que la costumbre de la sombrilla fue llevada a Francia (como muchas otras cosas, incluido el helado) por Catalina de 'Medici, en el aГ±o 500, en el momento de su matrimonio con Enrique II.

Desde Francia, el uso de la sombrilla se extendiГі a Inglaterra, donde en el siglo XVIII, dado el clima reinante en esa zona, se decidiГі utilizarla como cubierta para la lluvia.

La nueva moda regresГі entonces a Francia, donde se hizo de uso comГєn entre las clases mГЎs adineradas.



Las frecuentes e intensas lluvias tambiГ©n provocaron el desbordamiento del Sena hasta el punto, dice Leopold, de que muchas zonas de ParГ­s cercanas al rГ­o eran intransitables y, para cruzar la plaza de la GrГ©ve (actual plaza del Ayuntamiento) habГ­a que utilizar una barca. En la misma carta del 22 de febrero de 1764, Leopold Mozart anuncia que tiene previsto ir a Versalles en un plazo de 14 dГ­as para presentar la primera Гіpera de Wolfgang, las 2 Sonatas para clave con acompaГ±amiento de violГ­n K6 y K7 (dedicadas a Victoire, segunda hija del rey Luis XV) y la segunda Гіpera, las 2 Sonatas para clave con acompaГ±amiento de violГ­n K8 y K9 (dedicadas a Madame de TessГ©, dama de compaГ±Г­a de la Corte y animadora de un famoso salГіn cultural de ParГ­s).

En una carta fechada el 4 de marzo de 1764, Leopold Mozart quiere disipar el prejuicio, evidentemente extendido entre sus conciudadanos, de que los franceses no podГ­an soportar el frГ­o. Por el contrario, escribe, ya que en ParГ­s, a diferencia de otros lugares, los talleres de los artesanos (sastre, zapatero, guarnicionero, cuchillero, orfebre, etc.) permanecen abiertos durante todo el invierno.

Y no sГіlo eso: las tiendas estГЎn abiertas a la vista de todos los transeГєntes y se iluminan por la noche con numerosas lГЎmparas o apliques fijados en las paredes, cuando no con el aГ±adido de una hermosa lГЎmpara de araГ±a en el centro del local. La iluminaciГіn era necesaria porque, se maravilla Leopold, estas tiendas parisinas permanecГ­an abiertas por la noche hasta las 22 horas, y las tiendas de comestibles incluso hasta las 23 horas. Las mujeres de la casa utilizaban calentadores que guardaban bajo los pies, formados por cajas de madera cubiertas de lata provistas de agujeros por los que salГ­a el calor, en los que se colocaban ladrillos o brasas al rojo vivo en el fuego. El frГ­o no impedГ­a a los parisinos de ambos sexos pasear y lucirse en los jardines de las TullerГ­as, en el Palacio Real o en los bulevares. En marzo, Leopold recibiГі noticias de Salzburgo: el organista de la corte, Adlgasser, habГ­a sido financiado por el arzobispo para viajar a Italia y estudiar el estilo de mГєsica que estaba teniendo tanto Г©xito en Europa.

Seguramente Leopold ya habГ­a pensado que esa experiencia serГ­a necesaria para el joven Wolfgang, pero esta noticia probablemente confirmГі su idea de que el arzobispo, como habГ­a hecho con Adlgasser (y con otros mГєsicos de Salzburgo, como la cantante Maria Anna Fesemayer, de permiso para estudiar en Venecia) financiarГ­a al menos en parte el viaje y le permitirГ­a volver a tomarse un tiempo libre de las obligaciones de su funciГіn musical en la Corte. El 3 de marzo de 1764 los Mozart "perdieron" (para gran disgusto del pequeГ±o Wolfgang, que le tenГ­a cariГ±o) a Sebastian Winter, el criado que les habГ­a acompaГ±ado desde Salzburgo durante todo el viaje a ParГ­s. De hecho, encontrГі la manera de entrar al servicio del prГ­ncipe von Furstenberg como peluquero y dejГі ParГ­s para ir a Donaueschingen, donde los Furstenberg tenГ­an su residencia (que aГєn hoy puede visitarse junto con la cervecerГ­a del mismo nombre). Por supuesto, no se podГ­a permanecer en ParГ­s y frecuentar el bello mundo sin un peluquero-camarero personal, asГ­ que los Mozart se apresuraron a encontrar un sustituto, un tal Jean-Pierre Potevin, un alsaciano que, dados sus orГ­genes, hablaba bien tanto el alemГЎn como el francГ©s. Sin embargo, era necesario que el nuevo camarero estuviera adecuadamente vestido, de ahГ­ los nuevos gastos de los que se queja Leopold.

Proporcionando algunas noticias especialmente dirigidas a la seГ±ora Hagenauer, Leopold Mozart aprovecha la ocasiГіn para mostrar toda su oposiciГіn (quizГЎ un poco acentuada para subrayar la sobriedad de sus ideas y su modus vivendi) a las costumbres francesas. Mientras tanto, para Leopold, los franceses sГіlo amaban lo que les agradaba y aborrecГ­an cualquier tipo de renuncia o sacrificio: en las Г©pocas de vacas flacas no era posible encontrar alimentos que respetaran los preceptos de la Iglesia catГіlica y los Mozart, que solГ­an comer en restaurantes, se vieron obligados a romper la prohibiciГіn comiendo caldo de carne o a gastar mucho en platos de pescado, que era muy caro. Los parisinos no practicaban el ayuno, y Leopold, irГіnicamente, se esforzГі por pedir una dispensa oficial que le permitiera tener la conciencia tranquila sin respetar las prescripciones alimentarias catГіlicas.

TambiГ©n las costumbres en las prГЎcticas religiosas eran diferentes en comparaciГіn con Salzburgo: nadie en ParГ­s usaba el rosario en la iglesia y los Mozart se veГ­an obligados a usarlo ocultГЎndolo dentro de las mangas de piel que mantienen las manos calientes, para no ser objeto de miradas curiosas o molestas. HabГ­a pocas iglesias bonitas, pero por otro lado, habГ­a muchos palacios nobles que mostraban el lujo y la riqueza. Incluso los carruajes eran sГ­mbolos de extremo lujo, completamente lacados en laque Martin (el mismo que hemos visto utilizar para las tabaqueras) y adornados con pinturas que no desfigurarГ­an en las mejores pinacotecas. En el periodo de Cuaresma, pues, a diferencia de las tradiciones alemanas que prevГ©n la suspensiГіn de los espectГЎculos y los bailes, en ParГ­s se interrumpe el periodo de reflexiГіn y penitencia inventando el "Baile de las vГ­rgenes", tambiГ©n conocido como "Carnaval de las vГ­rgenes". Y aquГ­ Leopold Mozart deja claro lo que piensa de la moral de los franceses.



El sexo en Francia y Europa en la Г©poca de los Mozart

Mientras que el concepto de que el placer sexual no es una prerrogativa exclusiva de los hombres, sino que tambiГ©n debe formar parte de la esfera femenina, la actividad erГіtica (tanto literaria como prГЎctica) se extiende como un reguero de pГіlvora y sin los frenos morales que en el pasado la habГ­an relegado al secreto del tГЎlamo.

Por supuesto, las normas morales y las leyes seguГ­an condenando la promiscuidad y la prostituciГіn se castigaba, por ejemplo, en Viena, obligando a las chicas pilladas en el acto (las pobres, por supuesto) a limpiar las calles de la ciudad de excrementos de caballo.

En toda Europa se habla y se practica el amor y el sexo, pero sobre todo en ParГ­s y Venecia, la Гєnica ciudad que, a pesar de su decadencia, podГ­a competir con la capital francesa en cuanto a "dolce vita".

La bГєsqueda del placer como fin en sГ­ mismo se convierte, primero en el mundo aristocrГЎtico pero pronto tambiГ©n en las clases burguesas de la poblaciГіn, en una forma de pensar y de vivir que para algunos llega a ser incluso una obsesiГіn.

Amar, incluso fuera del matrimonio (con discreciГіn pero sin falso pudor) se convirtiГі en algo normal, al igual que salir sin demasiado dolor en vista de un nuevo "carrusel" que llevarГ­a a otras conquistas.

El sexo se convierte en una experiencia, para hombres y mujeres (a pesar de la permanente situaciГіn de minorГ­a social frente a los hombres), en una conquista que hay que enumerar y catalogar (pensemos en el Don Giovanni de Mozart y su catГЎlogo, perfecto representante del mundo que estaba a punto de desaparecer a finales de siglo).

El siglo XVIII es el siglo de los seductores y los libertinos: Casanova (que enumera 147 conquistas en su biografГ­a) y el MarquГ©s de Sade son quizГЎs los campeones, y han permanecido asГ­ en el imaginario colectivo.

Los nobles, sin embargo, tuvieron que empezar a sufrir la competencia de nuevos "objetos de deseo": los artistas. En un momento histГіrico que, si no inventa el star-system, al menos lo consolida, actores y actrices, cantantes y bailarines representan la "fruta prohibida" que atrae los deseos de maridos y esposas, deseosos de experimentar nuevas intoxicaciones.

Pero siempre se trataba de caprichos y deseos que se agotaban en el tiempo de un fuego de pasiГіn fuerte pero no duradero o en menajes en los que la parte rica financiaba al amante ofreciГ©ndole un nivel de vida que podГ­a ser "respetable".

Los artistas rara vez eran considerados dignos de figurar en las listas de la raza de sangre azul.

El sexo, en el siglo de los Mozart, podГ­a ser un puro disfrute o un medio para ganar dinero, poder y asignaciones amablemente favorecidas por quien, hombre o mujer, disfrutaba placenteramente de la relaciГіn.

Ciertamente, ni Leopold ni Wolfgang pertenecГ­an a la categorГ­a de arribistas de las sГЎbanas: el matrimonio del primero fue feliz, pero ciertamente no le dio riquezas ni ascenso social, luego el del segundo, con la insГ­pida Constanze (que le fue impuesta por la astuta seГ±ora Weber, que finalmente habГ­a logrado colocar incluso a la menos atractiva de las tres hijas) fue una elecciГіn forzada.

En cuanto al libertinaje, sin embargo, Amadeus no era de los que rehuyen, al menos desde el momento en que se encontrГі a su disposiciГіn lejos del control de su padre: el affaire con su prima y las aventuras vienesas con alumnas y actrices de sus obras forman parte de la historia, a menudo oscurecida, de su vida.

En el siglo XVIII, los ricos y poderosos disfrutaban, incluso en un sentido no representativo, de su posiciГіn de poder, que les permitГ­a dispensar dinero y nombramientos a sus amantes; Г©stos no tenГ­an ningГєn problema en pasar de sus camas al cargo de recaudador de impuestos o funcionario real.

Si eres hombre haces carrera, si eres mujer utilizas la influencia obtenida entre las sГЎbanas para consolidar tu papel y ayudar a familiares y amigos apoyando sus peticiones.

Un solo ejemplo, que circulaba por los salones parisinos en la Г©poca de Luis XV, puede ser esclarecedor. Una condesa, que ya habГ­a rendido las armas en un singular combate con el Rey, le escribiГі una carta (encontrada casualmente por el criado del monarca y entregada a Madame de Pompadour, su amante oficial) en la que le pedГ­a 50.000 coronas, el mando de un regimiento para uno de sus parientes, un obispado para otro pariente... y la liquidaciГіn de Pompadour (a quien evidentemente querГ­a sustituir).

Los aristГіcratas ricos, cuando estaban "viciados" por alguna doncella y no querГ­an perder el tiempo para intervenir directamente en el juego seductor, nombraban a un ayuda de cГЎmara de confianza, que actuaba como chulo, que hacГ­a de intermediario y organizaba los encuentros (a veces aprovechando personalmente su particular papel de poder frente a las damiselas, que no se negaban por miedo a perder la mayor oportunidad).

La prГЎctica de tener amantes, despuГ©s de todo, vino de arriba. Luis XIV, el Rey Sol, tuvo un enorme nГєmero de amantes, de las cuales una treintena eran "oficiales"; su sucesor Felipe de Orleans (regente hasta la mayorГ­a de edad del futuro Luis XV) tenГ­a dos amantes oficiales que trabajaban simultГЎneamente y sin celos, ni para la una ni para los innumerables meteoros que pasaban rГЎpidamente por las cortinas del tГЎlamo real; Luis XV podГ­a contar con una quincena de amantes reconocidas, mГЎs las pasajeras. Y no pensemos que el Alto Clero era menos que eso.



Por el Carnaval, habГ­a bailes en todos los rincones de la ciudad, a menudo con sГіlo un par de mГєsicos que tocaban, segГєn Leopold, minuetos a la antigua. A medida que se acercaba la hora de partir hacia Londres, Leopold pensГі tambiГ©n en desprenderse de algunos de los regalos y compras realizados durante las etapas anteriores del viaje enviГЎndolos a Salzburgo y, al mismo tiempo, evitar posibles robos o roturas debido a la prГіxima carga y descarga del carruaje y su traslado a las posadas. Una novedad que causГі sensaciГіn en la mente de Leopold fueron los llamados "baГ±os ingleses" que se encontraban en todos los palacios privados de la aristocracia de ParГ­s. Se trataba, en efecto, de los primeros modelos de bidГ©, dotados de agua frГ­a y caliente pulverizada hacia arriba, que Leopold describe de forma muy esquemГЎtica, sin querer utilizar tГ©rminos poco elegantes. Los baГ±os de los palacios aristocrГЎticos tambiГ©n eran lujosos, con paredes y suelos de loza, mГЎrmol o incluso alabastro, equipados con orinales de porcelana con bordes dorados y jarras con agua y hierbas perfumadas.



Higiene personal y necesidades corporales

Hemos visto anteriormente cГіmo el uso de tГ©rminos relacionados con las funciones corporales y las partes del cuerpo implicadas era habitual en la familia Mozart, especialmente en los hГЎbitos de Wolfgang y su madre.

Pero no deberГ­a sorprendernos.

En aquella Г©poca en Salzburgo, pero tambiГ©n en el resto de Europa, si excluimos a la aristocracia (que se contenГ­a un poco mГЎs en el lenguaje para respetar la presunta superioridad sobre las clases bajas) el uso del lenguaje trivial era habitual.

Al fin y al cabo, la costumbre con las funciones naturales del cuerpo era mucho mГЎs "pГєblica" que hoy.

Los baГ±os estaban prГЎcticamente ausentes en la gran mayorГ­a de los hogares, si excluimos los palacios de la nobleza, y las funciones corporales no se ocultaban como hoy, sino que se realizaban tranquilamente allГ­ donde la naturaleza hacГ­a sentir sus necesidades.

ВїCГіmo podГ­a considerarse la defecaciГіn como una actividad vulgar que habГ­a que ocultar si, en la Г©poca del Rey Sol (Luis XIV), se consideraba un privilegio reservado a los mГЎs altos rangos de la nobleza de la Corte asistir a la "lever du Roi", el despertar del Rey, incluyendo su asiento en la "seggetta" (equipada con un jarrГіn de mayГіlica y una mesita para leer y escribir) que el soberano utilizaba cada maГ±ana para hacer sus necesidades corporales?

Y asГ­, en cascada desde el Rey, las actividades del cuerpo se consideraban naturales y se realizaban, si se estaba en casa, en el orinal que luego se vaciaba tirando su contenido por la ventana.

El resultado de todo esto, sumado a las deyecciones de los animales y a la costumbre de arrojar todo tipo de basura o desechos de procesamiento a la calle (no habГ­a alcantarillas ni sistemas de limpieza urbana, salvo algГєn lavado raro de las calles principales y centrales de las ciudades) era: calles sucias y ciudades apestosas.

Si, por el contrario, se estaba fuera de casa las cosas se complicaban, no tanto para los hombres que, gracias a una ropa mГЎs prГЎctica y a una fisiologГ­a favorable, podГ­an encontrar un rincГіn donde recluirse, como para las mujeres.

Las aristГіcratas llevaban ropas complejas y sobreabundantes, con faldas, enaguas, corpiГ±os provistos de cordones y botones, sin olvidar el "panier", un armazГіn de cГ­rculos concГ©ntricos de mimbre o ballena, atados con cintas y fijados directamente al corsГ©. ВїCГіmo hacerlo entonces?

Una soluciГіn para cada problema: se inventГі el Bourdaloue, un orinal portГЎtil, dotado de un asa y con una forma acorde con la forma femenina, que era colocado bajo las faldas por la criada y que permitГ­a a la gran dama, gracias a que las bragas estaban dotadas de una abertura estratГ©gicamente colocada, liberarse en pГєblico respetando el concepto de decencia considerado aceptable en la Г©poca.

Sin embargo, parece que a principios del siglo XVIII sГіlo tres aristГіcratas de cada cien llevaban bragas, ya sea por comodidad o porque la Iglesia las seguГ­a considerando una prenda pecaminosa (en el siglo anterior las llevaban y ostentaban sobre todo las prostitutas, como en Venecia, donde se llamaban "braghesse" y se imponГ­an como obligaciГіn para las chicas que "hacГ­an el trabajo"). En pГєblico, dijimos.

Por supuesto, el bourdaloue se utilizaba sin problemas, en el '700, en todas las ocasiones: durante los paseos, durante los viajes en carruaje, en medio de un baile y, sГ­, incluso en la iglesia.

El tГ©rmino bourdaloue procede del apellido de Louis Bourdaloue (1632-1704), un predicador muy famoso que, gracias a su extraordinario arte oratorio, fue llamado a Versalles para dar sus sermones en la Capilla Real, ante el Rey y los cortesanos.

Los sermones, sin embargo, eran muy largos y, para no perderse ni una sola palabra (y no abandonar su lugar, que representaba un orden jerГЎrquico preciso dentro de los cortesanos), las damas recurrГ­an a la bourdaloue, que les permitГ­a resolver los problemas de incontinencia sin abandonar su lugar en la iglesia.



Leopold comunicó entonces a Hagenauer la esperanza de recaudar 75 luises de oro para el primer concierto parisino de los jóvenes Mozart, programado para el 10 de marzo en el Théâtre du Signor Felix, que en realidad produjo 112 luises de oro. Durante su estancia en París, los Mozart también pudieron asistir a "espectáculos" que en Salzburgo eran muy raros y que en París eran casi cotidianos: el ahorcamiento de criminales en la Place de Grève (actual lugar del Hotel de Ville, el Ayuntamiento).

No se sabe si lo presenciГі o de oГ­das, cuenta que colgaron a tres criados (un cocinero, un cochero y una criada) que, al servicio de una viuda rica a la que se entregaban los pagos de las anualidades cada mes, habГ­an malversado la asombrosa suma de 30.000 luises en oro. Los hechos de este tipo no causaban revuelo y podГ­a ocurrir que los siervos fueran ahorcados incluso por los robos mГЎs pequeГ±os, de sГіlo 15 monedas. Leopold, como un burguГ©s bien intencionado, pensГі que era sГіlo para que la gente se sintiera segura.

Por otro lado, parece que no se consideraba un robo el "descremado" de los gastos de los amos: Leopold dice que esto debГ­a considerarse un beneficio y no un robo. Entonces como ahora, si la ley era muy dura con los pobres, no lo era tanto con los ricos y poderosos. AsГ­, un notario, tras aprovecharse de las sumas de dinero que se le habГ­an confiado y no poder ya devolverlas, quebraba y desaparecГ­a de la circulaciГіn. AsГ­ que tenГ­an que conformarse con colgar su retrato.

En la Гєltima carta enviada a Hagenauer desde ParГ­s, el 1 de abril de 1764, Leopold Mozart se refiere a un episodio poco frecuente: un eclipse de sol. Los vidrieros parisinos llevaban dГ­as recogiendo todos los fragmentos de vidrio sobrantes de las obras para prepararse para el acontecimiento, y los habГ­an coloreado de azul o negro para venderlos a quienes quisieran observar el eclipse sin daГ±ar su vista. Los que no se conformaban con observar el eclipse desde la calle podГ­an acudir al Observatorio construido por Luis XIV en 1667 y confiado al astrГіnomo y matemГЎtico italiano Giovanni Cassini (posteriormente nacionalizado francГ©s, como habГ­a sucedido, siempre bajo Luis XIV con el mГєsico florentino Giovan Battista Lulli que se convirtiГі en Jean-Baptiste Lully). Por desgracia para los parisinos que habГ­an comprado la vidriera, ese dГ­a cayГі una fuerte lluvia y la visiГіn del eclipse se desvaneciГі.

Por otra parte, la anticipaciГіn del acontecimiento habГ­a desencadenado la supersticiГіn de aquellos (y fueron muchos desde que las iglesias fueron asaltadas esa maГ±ana) que creГ­an que el eclipse envenenarГ­a el aire o incluso provocarГ­a plagas. Habiendo reunido una buena cantidad de dinero con las exhibiciones de los chicos, Leopold escribe a Hagenauer (quien, hay que recordar, era su prestamista/administrador/banquero) que quiere depositar en la sede parisina del banco Tourton y Baur, 200 luises de oro, a la espera de que sean transferidos a Salzburgo. TambiГ©n estГЎ esperando ansiosamente la recaudaciГіn del prГіximo concierto, previsto para el 9 de abril, con el que espera reponer las reservas con al menos otros 50 o 60 Luises de oro, sin excluir la esperanza de obtener mГЎs.

Pero, ВїcГіmo funcionaba la organizaciГіn de los conciertos pГєblicos en aquella Г©poca? Para los particulares, los reyes y los aristГіcratas, uno se presentaba, obtenГ­a una invitaciГіn, hacГ­a una representaciГіn y esperaba, incluso durante mucho tiempo, un regalo en dinero u objetos preciosos (si salГ­a bien). En la Г©poca en que los Mozart se encontraban en ParГ­s, los conciertos pГєblicos de pago no estaban todavГ­a muy extendidos. La principal organizaciГіn dedicada a ofrecer conciertos era el "Concert spirituel" que, ya en 1725, contaba con el permiso real para hacer que se interpretara mГєsica en competencia con las instituciones teatrales parisinas. En particular, los conciertos se organizaban durante la Cuaresma, Г©poca en la que estaba prohibida toda diversiГіn profana, y los programas incluГ­an mГєsica coral e instrumental con intervenciones de los principales virtuosos. A estos conciertos asistГ­a principalmente la clase media y la baja aristocracia (los grandes aristГіcratas, como hemos visto, organizaban conciertos en sus casas).

En el caso de los conciertos pГєblicos de pago, las entradas se vendГ­an por adelantado a travГ©s de amigos y conocidos de los salones parisinos, que podГ­an difundir la noticia del concierto y vender las entradas a los interesados. Incluso las tiendas de los editores de mГєsica podГ­an formar parte de los puntos de reserva y venta de entradas (en Viena, en los aГ±os siguientes, fue el caso de Wolfgang pero tambiГ©n, mГЎs tarde, de Beethoven y otros que se convirtieron en empresarios de sГ­ mismos). Los amigos, por tanto, ocho dГ­as antes del concierto se ponГ­an en contacto con los posibles interesados y les vendГ­an las entradas del concierto que, en este caso, costaban un cuarto de Luis de oro. Si el precio era el mismo que el cobrado por el concierto anterior, que habГ­a recaudado 112 Luises de Oro. ВЎPodemos estimar la presencia en la representaciГіn parisina del 10 de marzo de 1764 de 448 personas!

Un pequeГ±o truco de venta, como revela el propio Leopold, consistГ­a en dar la mayor parte de los billetes, en paquetes de 12 o 24, a seГ±oras que, como tales, era improbable que recibieran negativas de compra por parte de los corteses hombres a los que se los ofrecГ­an. Para evitar la impresiГіn de entradas falsas, Leopold Mozart hizo estampar su sello en las tarjetas, y el contenido era muy conciso: En el teatro de Herr FГ©lix, rue et Porte Saint HonorГ©, este lunes 9 de abril a las 6 de la tarde. El teatro del Sr. FГ©lix era en realidad un pequeГ±o teatro privado construido dentro de su palacio, donde los amigos y los invitados nobles se deleitaban representando obras ellos mismos.

Los dos conciertos ofrecidos por los Mozart pudieron organizarse gracias a la disponibilidad del teatro, obtenida gracias al apoyo de Madame Clermont, pero sobre todo gracias a una autorizaciГіn especial obtenida de Monsieur de Sartine, teniente general de policГ­a, sobre las mГєltiples intervenciones de los partidarios de Mozart: el duque de Chartres, el duque de Duras, el conde de TessГ© y muchas otras damas. ВїPor quГ© se requerГ­a un permiso para celebrar los conciertos? La razГіn era que el Rey habГ­a concedido a ciertas instituciones parisinas "privilegios" que incluГ­an la exclusividad en la organizaciГіn de determinados espectГЎculos: la Г“pera (L'AcadГ©mie Royale de Musique) tenГ­a el derecho exclusivo de organizar representaciones teatrales, los Concerts spirituels gozaban del privilegio de organizar conciertos, la ComГ©die francaise y la ComГ©die italienne eran las Гєnicas autorizadas a organizar representaciones teatrales. ВїCГіmo era el pintoresco mundo del teatro y los teatreros en ParГ­s?



El mundo del teatro en ParГ­s en la Г©poca de los Mozart

En primer lugar, hay que recordar que la profesiГіn teatral y las personas que la ejercГ­an eran consideradas en su momento (y durante siglos) inmorales por la Iglesia, hasta el punto de que los actores y bailarines estaban sujetos a la excomuniГіn (para los mГєsicos, la situaciГіn era diferente, ya que su arte no conllevaba excomuniГіn ni acusaciones de corrupciГіn de conciencia).

Si un noble se hubiera dedicado a la profesiГіn teatral habrГ­a perdido el derecho a su tГ­tulo, mientras que un aristГіcrata que quisiera cantar o tocar en la compaГ±Г­a de Гіpera no habrГ­a sufrido ninguna consecuencia negativa.

Mientras que en Italia la situaciГіn de los actores teatrales era mejor, gracias a la mayor tolerancia que se practicaba en general hacia todas las formas de conducta en los lГ­mites de la moral, en Francia la condena social era muy viva hasta el punto de que a los actores y bailarines fallecidos se les negaba la ceremonia fГєnebre y el entierro en tierra consagrada.

Eran enterrados de noche y casi en secreto, como se hacГ­a con los criminales mГЎs atroces, y como le ocurriГі al pobre Jean-Baptiste Poquelin, mГЎs conocido por su nombre artГ­stico de MoliГЁre, un gran actor/autor.

Su enorme popularidad y los aplausos y el apoyo del Rey Sol, Luis XIV, para quien escribiГі y representГі numerosas comedias en Versalles y en los teatros parisinos, no sirvieron de nada: la presiГіn de la Corte sГіlo consiguiГі que no fuera enterrado en una fosa comГєn. Ni siquiera su muerte en el escenario, durante la representaciГіn de "El enfermo imaginario", pudo hacer que los religiosos se sintieran mejor, pero el mismo destino corrieron muchos otros actores teatrales que figuraban entre los mГЎs admirados e incluso idolatrados, como la actriz Adrienne Lecouvreur (celebrada por el melodrama homГіnimo de Francesco Cilea en 1902), amante de Mauricio de Sajonia y muchos otros, que fue enterrada a orillas del Sena sГіlo gracias a la intervenciГіn del Prefecto de ParГ­s.

La excomuniГіn impedГ­a a los teatreros recibir los sacramentos, por lo que incluso casarse era un problema. Por no hablar del hecho de que, al ser el matrimonio religioso la Гєnica forma de matrimonio oficialmente reconocida, los que habГ­an entablado relaciones mГЎs uxorio, conviviendo como casados, podГ­an incurrir en las penas de la ley que castigaba a los concubinos pГєblicos.

Por Гєltimo, los hijos de estas parejas "de hecho" forzadas se consideraban ilegГ­timos, condiciГіn que les privaba de muchos derechos civiles y los exponГ­a al escarnio pГєblico.

No habГ­a forma de eludir la regla, ni siquiera para las estrellas mГЎs aclamadas de la escena, ni siquiera para los amigos y amantes de los altos rangos de la nobleza.

El Гєnico resquicio era declarar solemnemente, ante un sacerdote y testigos, su renuncia irrevocable al teatro.

Algunos artistas famosos siguieron este procedimiento pero, como se dice, una vez hecha la ley, tambiГ©n el truco.

Una vez renunciado al teatro, el Rey, por decisiГіn propia o instado por los cortesanos que apreciaban al artista, podГ­a ordenar al renunciante que apareciera en el teatro y su carrera continuaba. DespuГ©s de todo, ВїpodrГ­a alguien desobedecer al Rey?

Sin embargo, no sГіlo los teatreros estaban en el punto de mira de la Iglesia, sino que tambiГ©n las leyes civiles los excluГ­an: no podГ­an alistarse en el ejГ©rcito ni ocupar cargos pГєblicos, no podГ­an testificar en los juicios e, incluso, si un miembro de una profesiГіn noble se casaba con una teatrista, era expulsado del escalafГіn.

Aunque muchos nobles competГ­an por tener en sus mesas a los actores/actrices y bailarines mГЎs famosos, la moral comГєn de algunos seguГ­a pensando que tenerlos en sus recepciones era escandaloso, mucho mГЎs que tenerlos entre las sГЎbanas de su cama.

Sin embargo, hubo muchos nobles que, desafiando a la familia y arriesgГЎndose a ser desheredados, se convirtieron en actores, quizГЎ ocultГЎndose tras un nombre artГ­stico que al menos ayudara a no deshonrar el escudo familiar. Sin embargo, hay que decir que los actores no hicieron nada para mejorar la percepciГіn social de la categorГ­a, ВЎtodo lo contrario!

Se habГ­a llegado al punto de que un abad, eclesiГЎstico pero evidentemente de mente abierta (como muchos religiosos de la Г©poca que imitaban al mujeriego Richelieu) llegГі a sostener que si una cantante no tenГ­a mГЎs que tres amantes al mismo tiempo era aceptable porque uno lo mantenГ­a por placer, el segundo por honor y el tercero por dinero.

Las intrigas y rivalidades estaban a la orden del dГ­a, asГ­ como la intemperancia en la conducciГіn de la vida cotidiana, por no hablar de los repetidos romances sentimentales (a menudo mercenarios) que hacГ­an la fortuna de los artistas mГЎs vГЎlidos y estГ©ticamente apreciables, llevando en varias ocasiones a sus amantes a la ruina econГіmica debido a los fabulosos regalos que exigГ­an: carruajes con caballos, joyas, dinero en efectivo para pagar sus deudas hasta palacios enteros obtenidos mГЎs en las telas de una alcoba que entre las de las cortinas.

Las rencillas en las compaГ±Г­as teatrales eran muy elevadas y bastaba la asignaciГіn de un papel a una rival para desatar la ira de la diva que se sentГ­a despojada de su derecho a destacar.

Los enfrentamientos podГ­an derivar en simples trifulcas, en fuertes peleas (incluso en el escenario, durante los espectГЎculos, con intercambios de golpes en la cabeza y tirones de pelo), en intrigas y conspiraciones para perjudicar a los adversarios, en bromas y rencores (como defecar en la caja donde las actrices guardaban sus falsos lunares y lo necesario para el maquillaje), pero tambiГ©n en verdaderos duelos, como el duelo a espada entre el famoso actor Dazincourt y el mГЎs joven Dangeville o el duelo a pistola entre el cantante Beaumesnil y el bailarГ­n ThГ©odore.

Las numerosas publicaciones que circulaban en ParГ­s, vendidas por los vendedores ambulantes en las calles pero tambiГ©n en los teatros, se lanzaban a la palestra sobre todos los asuntos que involucraban a los personajes teatrales mГЎs famosos: los chismes sobre la vida privada y las peleas profesionales no se inventaron ciertamente en nuestra Г©poca.

El pГєblico de "fans" de los artistas mГЎs famosos no se conformaba con ver sus actuaciones en el teatro, tambiГ©n querГ­a "llevГЎrselos a casa" y los que no podГ­an hacerlo invitГЎndolos en persona se conformaban con comprar las estatuillas o retratos de porcelana de SГЁvres que se producГ­an y vendГ­an en abundancia.

Era habitual que actrices y actores, cantantes y bailarines de renombre tuvieran amantes ricos, tanto de la nobleza como de la alta burguesГ­a, y no era infrecuente que tuvieran mГєltiples relaciones contemporГЎneas, en las que los amantes sabГ­an que estaban en un condominio, pero generalmente no les importaba demasiado.

Incluso llegГі a suceder, en este siglo XVIII que nos recuerda en tantos aspectos a nuestra Г©poca, que gacetas tan comunes en ParГ­s, como el Espion anglais (el EspГ­a inglГ©s), publicaran listas de las prostitutas mГЎs famosas de la ciudad, que parece que llegaron a cobrar de 40000 a 60000, segГєn algunas fuentes.

Entre ellas, de un nivel muy diferente al de las decenas de miles de muchachas pobres que tenГ­an en la venta de sus cuerpos por poco dinero la Гєnica forma de llegar a fin de mes, habГ­a actrices famosas (como M.lle Clairon, muy recomendada gracias a sus habilidades extra-teatrales, y que debutГі en el teatro gracias a un decreto del duque de Gesvres, que en 1743 ordenГі a la ComГ©die-Francaise que la hiciera "debutar inmediatamente... en el papel que haya elegido"), cantantes (como M.lle Arnould, de quien hablaremos mГЎs adelante) y bailarinas (como M.lle Guimard), todas ellas de gran talento. y bailarinas (como M.lle Guimard), todos ellos inscritos en los papeles de la ComГ©die Francaise o de la AcadГ©mie Royale de Musique, mГЎs conocida como la OpГ©ra.

Hacia el final del siglo, cuando las leyes contra la promiscuidad social en los matrimonios aristocrГЎticos se hicieron mГЎs laxas, algunas artistas llegaron a casarse con aristГіcratas, obteniendo asГ­ un tГ­tulo nobiliario que anteponer a su nombre: la cantante Levasseur se convirtiГі en condesa Mercy-Argenteau, D'Oligny en marquesa Du Doyer, Saint-Huberty en condesa D'Entraigues.

A pesar de la visiГіn moral negativa, general pero superficial, de las clases altas hacia el teatro y los actores, en el siglo XVIII el amor por ese mundo era desenfrenado: en todas partes se actuaba, se bailaba y se cantaba, desde Versalles hasta los grandes palacios aristocrГЎticos parisinos, desde las casas de la burguesГ­a hasta los conventos.

A lo largo del siglo, quienes podГ­an permitГ­rselo no se privaban, dentro de su palacio o castillo, de un teatro privado, a menudo de extremo lujo y con cientos de butacas, donde se reunГ­an los mГЎs ilustres blasones de Francia, los mГЎs altos cargos eclesiГЎsticos y los intelectuales mГЎs a la moda, que a menudo, como Rousseau, Corneille y Voltaire, escribГ­an textos destinados al teatro.

En estos teatros privados, sin excluir el de la Corte de Versalles, los aristГіcratas tambiГ©n actuaban y, en algunos casos, demostraban un talento vocal y actoral ciertamente notable.



Los tres teatros reales

Todo comenzГі con Luis XIV, el Rey Sol, quien, inspirado en las Academias italianas que existГ­an desde el Renacimiento, decidiГі fundar en Francia, en 1661, la Academia Real de Danza (arte que practicaba desde que Г©l mismo protagonizГі varios ballets que escenificГі en Versalles para la Corte, con mГєsica de su mГєsico residente, el florentino Giovan Battista Lulli, que, con el conocido chauvinismo francГ©s, fue inmediatamente nacionalizado y rebautizado como Jean-Baptiste Lully).

A Г©sta le siguiГі, en 1669, la Real Academia de MГєsica, mГЎs tarde llamada simplemente Г“pera.

El tercer protagonista de la Maison du Roi, la Casa del Rey, a la que se confiaban los entretenimientos de Su Majestad, se remonta a 1680 con la fundaciГіn de la compaГ±Г­a de teatro ComГ©die-Francaise, los comediantes del Rey contrapesados por los actores de la ComГ©die-Italienne (y quГ© batallas surgieron para defender los privilegios franceses de las lujurias de los comediantes italianos).



Autores y actores

Como descubriГі Wolfgang Mozart al componer y ensayar sus melodramas, los actores (y sobre todo las prima donnas) podГ­an salirse con la suya negГЎndose a cantar arias que consideraban que no les convenГ­an, o pidiendo que se aГ±adieran nuevas arias para resaltar mejor su papel en detrimento de su rival, etc.

TambiГ©n en Francia la situaciГіn no fue distinta, al menos hasta el momento en que Gluck, gracias a su "peso" artГ­stico a nivel europeo y a los tiempos que cambiaban progresivamente a favor de los compositores y autores, no pudo, al menos en parte, contener y sofocar, no sin esfuerzo, las pretensiones de las estrellas.

Los autores de los textos literarios de las tragedias o comedias representadas en los teatros parisinos a menudo no eran remunerados o, si lograban acordar un pequeГ±o porcentaje de la recaudaciГіn de las representaciones, eran regularmente engaГ±ados por los administradores de las CompaГ±Г­as que falseaban las cifras de ingresos inflando los gastos.

Es cierto que un decreto real de finales del siglo XVII establecГ­a que los autores debГ­an percibir unos honorarios equivalentes a la novena parte de los ingresos por los textos en cinco actos y a la duodГ©cima parte por los de tres actos, netos de los gastos de gestiГіn del teatro.

Este Decreto nunca se aplicГі.

Incluso los directores de los teatros ponГ­an clГЎusulas absurdas por las que si una obra no alcanzaba una determinada recaudaciГіn en dos o tres representaciones consecutivas, los derechos del texto pasaban a la compaГ±Г­a, que podГ­a ponerla en escena a su antojo sin pagar un cГ©ntimo al autor.

Sin embargo, la compaГ±Г­a del Teatro Italiano, a partir de 1775, decidiГі pagar siempre el trabajo de los autores, lo que provocГі un flujo de escritores que, dejando la ComГ©die-Francaise, ofrecieron sus obras a los italianos.



Ingresos de los actores

Los ingresos de los actores, cantantes y bailarines mГЎs famosos aumentaron considerablemente durante el siglo XVIII: de 2.000 libras al aГ±o (lo que a mediados del siglo XVIII les permitГ­a llevar una vida digna, pero ciertamente no brillante) pasaron pronto a 10/20/30 veces esa cantidad, sin contar los regalos de admiradores y amantes.

AsГ­, los grandes artistas comenzaron a "hacer un salГіn", acogiendo en sus mesas a nobles e intelectuales, gastando enormes sumas de dinero para alimentar a sus invitados cada dГ­a y amueblar suntuosamente sus palacios, que comenzaron a competir en lujo con los de la gran aristocracia.

Una de las principales partidas de gastos, sobre todo para las mujeres artistas, eran los trajes que durante casi todo el '700 no eran distintos a los que estaban de moda en el mundo contemporГЎneo (a pesar de las Г©pocas representadas en las tragedias, donde la "Arianne" llegГі a llorar el abandono de Teseo con ropas dotadas de "cestas" de 150 centГ­metros de ancho o la "Didoni abbandonada" lucГ­a encantadores zapatos con tacones rojos).

SГіlo el vestuario teatral de la actriz Raucourt valГ­a 90000 livres, una miseria comparada con los 4000 pares de zapatos y 800 vestidos que ocupaban el armario de la actriz Hus en 1780.

Y luego diamantes, carruajes y caballos, sirvientes que superaban la decena, muebles preciosos, palacios (incluso dos o tres, a menudo recibidos como regalos de amantes).

Para tener un tГ©rmino de comparaciГіn, digamos que los actores de los teatros de las ferias, a menudo no menos buenos, podГ­an ganar en los mismos perГ­odos alrededor de 5000 livres al aГ±o.

Cuando se les pedГ­a que actuaran en el extranjero (siempre que se les concediera permiso para salir de Francia) no eran menos exorbitantes, como en el caso de la cantante Catherine Gabrielli, que pidiГі a Catalina II de Rusia 5.000 ducados.

A su afirmaciГіn de que ni siquiera pagaba tanto a sus generales, la cantante respondiГі: "Pues que canten".



El "espГ­ritu" de la Г©poca

Tener "esprit y savoir vivre", espГ­ritu y refinamiento, era absolutamente imprescindible para ser aceptado en la bella societГЎ francesa del siglo XVIII y no es de extraГ±ar que el joven Mozart, cuando estuvo en ParГ­s, solo con su madre durante su segundo intento de triunfar en Francia, no fuera capaz de ser aceptado por un grupo de ricos, aburridos y esnobs que, despuГ©s de aplaudirle, le hicieron esperar durante horas en la frГ­a antesala antes de recibirle.

AdemГЎs, su "esprit" y su "savoir vivre" no siempre estuvieron a la altura de los rituales y las convenciones considerados dignos de un caballero. Estar a la moda tambiГ©n significaba saber "dГіnde" ir y "cuГЎndo" ir, en los dГ­as "adecuados". Por ejemplo, se consideraba elegante presentarse en la ComГ©die-Francaise los lunes, miГ©rcoles y sГЎbados.

Las representaciones en el teatro comenzaban a las 17:30 y terminaban a las 21:00 (si alguna actriz o bailarina no llegaba tarde o hacГ­a un berrinche, retrasando las funciones durante horas) y generalmente contaban con dos tГ­tulos: una primera representaciГіn, mГЎs importante, llamada "grand piГЁce" y una segunda llamada "petite piГЁce".

Para anunciar sus espectГЎculos, los teatros colocan en las calles de la ciudad carteles con sus propios colores: amarillo para la Г“pera, rojo para la ComГ©die-Italienne y verde para la ComГ©die-Francaise.

SГіlo como ejemplo, para mostrar el estilo de pensamiento que se consideraba brillante en la Г©poca, he aquГ­ algunas frases de la famosa cantante Sophie Arnould que han pasado a la posteridad.

Al encontrarse con el poeta Pierre Joseph Bernard, conocido por ser siempre muy condescendiente y elogioso con todo el mundo, le preguntГі quГ© hacГ­a sentado bajo un ГЎrbol. A la respuesta del poeta, "me estoy entreteniendo", ella se las ingeniГі para hacer un comentario relГЎmpago advirtiГ©ndole con las palabras "Ten cuidado porque estГЎs charlando con una aduladora".

Ante la noticia de que el escritor satírico François Antoine Chevrier, autor de venenosos panfletos contra la mala praxis del mundo teatral, había muerto, Arnould exclamó: "¡Debe haber chupado la pluma!".



Artistas en prisiГіn

Hemos visto cГіmo los artistas mГЎs famosos se comportaban, en el escenario y en la vida, a menudo de forma desmesurada, por no decir decididamente prepotente e irrespetuosa incluso con el Rey y los mГЎs altos cortesanos.

El comienzo del espectГЎculo se retrasaba si el vestido no parecГ­a estar a la altura de la fama de la que gozaban, o porque el autor no les habГ­a satisfecho al aГ±adir arias y lГ­neas para realzarlas mejor que sus rivales. La gente faltaba a las representaciones alegando estar enferma y luego se presentaba la misma noche en un palco de la Г“pera en compaГ±Г­a del amante de turno. Ante este comportamiento la reacciГіn de las autoridades era mГЎs que blanda: los citaban en la cГЎrcel de Fort-L'Eveque, un edificio de ParГ­s adaptado como prisiГіn para delitos menores donde las celdas se pagaban y, si se tenГ­a dinero, tambiГ©n era posible amueblarlas segГєn el gusto personal, invitando a la gente a divertirse comiendo y bebiendo lo que ofrecГ­a el mercado.

Una habitaciГіn con chimenea costaba 30 dineros al dГ­a (mГЎs o menos lo mismo que una entrada al teatro), si no habГ­a chimenea bajaba a 20 dineros, 15 dineros por cada persona en las habitaciones comunes, hasta 1 cГ©ntimo al dГ­a para los que se alojaban en habitaciones mГєltiples durmiendo sobre paja (ВЎque se cambiaba una vez al mes!).



Curiosidades

Ya entonces existГ­a el bagarinaggio, es decir, la actividad de acaparar entradas para espectГЎculos y revenderlas luego a precios mГЎs altos, pero estaba prohibido por ley para los "estrenos" y para los espectГЎculos mГЎs esperados. Las entradas gratuitas tampoco son un invento moderno, ya existГ­an entonces, pero sГіlo podГ­an ser utilizadas por quienes las habГ­an recibido si el teatro agotaba las existencias vendiendo todas las entradas disponibles.

Era una forma de no perjudicar las finanzas del teatro dejando entrar a gente que no pagaba y que ocupaba las butacas de quienes habrГ­an pagado gustosamente por ver el espectГЎculo.

Evidentemente, habГ­a mucha presiГіn para asistir a los espectГЎculos de forma gratuita, por parte de cualquiera que tuviera una posiciГіn de poder (nobles, funcionarios, cortesanos, mosqueteros), hasta el punto de que el Rey se vio obligado a emitir un edicto, que no se respetГі, para prohibir la entrada gratuita a esas categorГ­as.

En el interior de los teatros, la gente no observaba las representaciones en silencio, sino que el pГєblico incluso interactuaba con los actores, haciendo comentarios salaces sobre las lГ­neas del recitado, o iniciando ruidosas disputas entre el patio de butacas y los palcos, por no hablar del bullicio de los vendedores de fruta y revistas impresas de forma mГЎs o menos ilegal que pasaban entre los palcos durante las representaciones para vender sus mercancГ­as.

El precio de las entradas en los principales teatros era de 20 sueldos (que hacia finales de siglo se habГ­an convertido en 48) y, por tanto, el patio de butacas era frecuentado por personas de extracciГіn burguesa entre las que rara vez habГ­a mujeres, debido a la multitud y a la promiscuidad a la que se veГ­an obligadas a exponerse.

La nobleza rara vez tenГ­a acceso al patio de butacas, prefiriendo ocupar los asientos de los palcos (cuyo coste, sin embargo, aumentaba considerablemente) o incluso comprar los carГ­simos asientos colocados directamente en el escenario.

SГіlo a finales de siglo aparecieron las butacas de la platea (con un aumento de los precios) y al pГєblico menos pudiente sГіlo le quedaba la opciГіn de ver los espectГЎculos desde la parte superior de la galerГ­a, las Гєltimas filas inmediatamente debajo del techo, que en Italia el pГєblico llama cariГ±osamente "piccionaia".

La aglomeraciГіn en el patio de butacas, donde la gente se apiГ±aba como sardinas en las representaciones mГЎs famosas, ofrecГ­a la oportunidad a los delincuentes de ingenio rГЎpido de desvalijar a los desafortunados espectadores que, distraГ­dos por el canto y la actuaciГіn de sus favoritos, se daban cuenta cuando ya era demasiado tarde: era imposible en aquel caos divisar al ladrГіn, y mucho menos perseguirlo.



HabГ­amos dejado a Leopold Mozart mientras organizaba el concierto del 9 de abril de 1764 en el teatro del seГ±or FГ©lix. Siempre en la Гєltima carta de ParГ­s, Leopold recomienda al fiel Hagenauer que haga rezar 8 misas en los dГ­as consecutivos entre el 12 y el 19 de abril (probablemente para propiciar el viaje de ParГ­s a Londres previsto en esos dГ­as). Al final de la carta, sin embargo, Leopold no se olvida de tratar asuntos menos espirituales: deposita los famosos 200 Luises de oro, pero le gustarГ­a encontrar la manera de trasladarlos a Salzburgo, obteniendo un beneficio al transformar el dinero en mercancГ­as que, una vez llegadas a Salzburgo, podrГ­a vender con la ayuda de Hagenauer, ganando 11 florines por cada Luis de oro. Para lograr su objetivo, pidiГі a Hagenauer que movilizara a sus corresponsales comerciales en Augsburgo que, entre otras cosas, habГ­an pedido a Leopold Mozart que le prestara servicios en ParГ­s: probablemente compras de mercancГ­as de moda que revenderГ­an con beneficio en Augsburgo. Y ciertamente Leopold no habrГ­a hecho esos servicios gratis. Por Гєltimo, Leopold menciona el trabajo que habГ­a encargado a un grabador de cobre parisino para confeccionar la matriz (que se utilizarГЎ para imprimir copias en papel) del cuadro del pintor Louis de Carmontelle en el que podemos ver a Wolfgang al clavicordio, a Leopold detrГЎs de Г©l tocando el violГ­n y a Nannerl detrГЎs del clavicordio cantando mientras sostiene la partitura.



Las composiciones parisinas de Wolfgang Mozart

Como hemos visto anteriormente, Wolfgang comenzГі en Salzburgo, desde la edad de cinco aГ±os, antes de su partida para el Gran Tour europeo, a experimentar su creatividad con pequeГ±os minuetos para clave.

Estas primeras composiciones sencillas, que probablemente tambiГ©n fueron utilizadas mГЎs tarde en sus actuaciones como enfant prodige en Viena y en las primeras etapas de la Gira Europea, fueron tomadas en cuanto a la forma y los elementos estilГ­sticos de los ejemplos de varios compositores que su padre Leopold habГ­a transcrito para Г©l en un cuaderno, pero tambiГ©n de las indicaciones contenidas en el Gradus ad Parnassum de Johann Joseph Fux, una obra didГЎctica muy conocida en la Г©poca.

En el transcurso del gran viaje, entrando en contacto con diferentes mГєsicos, estilos y formas compositivas, desde las mГЎs modernas hasta las que ya se consideraban anticuadas en la Г©poca, el pequeГ±o Wolfgang fue incrementando no sГіlo sus habilidades interpretativas y de improvisaciГіn, sino tambiГ©n enriqueciendo progresivamente su bagaje de experiencia, lo que le llevГі a intentar (con la supervisiГіn, pero a menudo tambiГ©n con la intervenciГіn directa de su padre para corregir y modificar lo que no funcionaba) creaciones mГЎs complejas.

Una de las formas mГЎs populares y apreciadas por el pГєblico de la Г©poca (y tambiГ©n mГЎs fГЎcil de tratar creativamente para un teclista que tambiГ©n tocaba el violГ­n, como en el caso de Wolfgang) era la Sonata para clavicГ©mbalo con acompaГ±amiento de violГ­n.

En esta forma de composiciГіn particular, la parte del mayor peso era interpretada por el clavicГ©mbalo, mientras que el violГ­n se limitaba a tocar contramelodГ­as, a menudo en terceras o al unГ­sono, tomadas de las ideas melГіdicas confiadas al teclado, o simples acompaГ±amientos con notas repetidas y arpegios basados en las armonГ­as principales.

Para aquellos que quieran escuchar las principales composiciones de Mozart de ese periodo, buscГЎndolas en la discografГ­a o en internet, he aquГ­ un resumen:

- K6 El primer intento de componer una Sonata completa para clave y violГ­n dio sus frutos con la Sonata nВє 1 en do mayor, iniciada en 1762 y terminada en 1764 durante el Gran Tour Europeo. La Sonata consta de 5 movimientos: 1 Allegro, 2 Andante, 3 Minuetto I, 4 Minuetto II, 5 Allegro molto.

- K7La Sonata nВє 2 en re mayor fue iniciada en 1763 y terminada en ParГ­s en el otoГ±o de 1764. Consta de 4 movimientos: 1 Allegro molto; 2 Adagio, 3 Minuetto I, 4 Minuetto II

Las dos Sonatas K6 y K7 fueron publicadas por las Ediciones VendГґme de ParГ­s en 1764 y dedicadas a Madame Victoire, hija de Luis XV.

- K8La Sonata nВ° 3 en si bemol mayor, compuesta entre finales de 1763 y principios de 1764 en ParГ­s, consta de 4 movimientos: 1 Allegro, 2 Andante grazioso, 3 Minuetto I, 4 Minuetto II.

- K9La Sonata nВє 4 en sol mayor consta de 4 movimientos: 1 Allegro spiritoso, 2 Andante, 3 Minuetto I, 4 Minuetto II.

Las dos Sonatas K8 y K9 fueron publicadas por las Ediciones VendГґme de ParГ­s en 1764 y dedicadas a la condesa Madame de TessГ©, dama de compaГ±Г­a de la corte de Versalles.

Estas 4 Sonatas son las primeras publicaciones editoriales de composiciones creadas por Wolfgang Mozart.

La mГєsica que Wolfgang escuchГі en ParГ­s y el estudio de las numerosas partituras compradas o recibidas como regalo de los principales compositores activos en la ciudad influyeron enormemente en el joven Wolfgang, guiado por su padre para crear mГєsica adecuada al gusto imperante. En particular, fueron los compositores alemanes Schobert, Eckard y Honauer, a quienes Wolfgang conocГ­a y frecuentaba en ParГ­s, los que influyeron en estas primeras Sonatas.




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